El ex carmelita gay que apuesta por la visibilidad

Antonio Roig, ex carmelita descalzo, fue suspendido a divinis del sacerdocio en Valencia en 1977, y expulsado de la orden a la que pertenecía en enero de 1978. ¿El motivo? Haber hecho pública su homosexualidad. «No me escondí, sino que me quedé en la puerta de mi parroquia durante tres meses», recuerda. «Precisamente para originar […]

Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

9 octubre, 2014
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El ex carmelita gay que apuesta por la visibilidad

Antonio Roig, ex carmelita descalzo, fue suspendido a divinis del sacerdocio en Valencia en 1977, y expulsado de la orden a la que pertenecía en enero de 1978. ¿El motivo? Haber hecho pública su homosexualidad. «No me escondí, sino que me quedé en la puerta de mi parroquia durante tres meses», recuerda. «Precisamente para originar en la calle la discusión sobre la homosexualidad, cuando todavía existía una Ley de peligrosidad social». Reflejó sus vacilaciones y experiencias para asumir su condición gay en su primer libro, Todos los parques no son un paraíso (finalista al Premio Planeta en 1976), y desde entonces ha publicado otros dos.

Recientemente ha sido galadornado en los premios Baeza por la Diversidad por su contribución personal a la lucha por la visibilidad. Nadie mejor que este veterano referente de la lucha por la normalización para opinar sobre la película polaca Amarás al prójimo, de Malgoska Szumowska, en los cines españoles desde el 10 de octubre. Y es que en ella se cuenta la tormentosa historia de un sacerdote católico gay incapaz de dominar sus sentimientos e impulsos, y que se encuentra en una situación límite al enamorarse de un joven a su cargo. “Tiene buena factura y se ve con gusto, aunque me parece ligera», afirma Roig. «Si se hubiera hecho hace 40 años habría resultado polémica, hoy no”.

Cuenta que le conmueve el tormento del sacerdote protagonista –interpretado por Andrezj Chyra–, y lo entiende. “Me parece interesante la metáfora de verle siempre corriendo, como si estuviese huyendo constantemente. Es un hombre que está muy solo”. No se identifica con él, precisamente porque Antonio Roig sí se enfrentó con honestidad a la Iglesia. “El caso es diametralmente opuesto al mío, porque ese sacerdote debería afrontar su sexualidad de una manera más digna y madura, debería romper ese marco que le aprisiona”.

¿Cuál es la actitud del ex carmelita ante el Orgullo gay? Pasa página

Roig, aunque fue expulsado de la orden de los carmelitas descalzos y se le prohibió volver a ejercer el sacerdocio, sigue sintiéndose parte de la Iglesia. Lo que no diría es que se siente orgulloso de haber sido honesto y haber hecho pública su homosexualidad. “No usaría ese término, ‘orgulloso’. Me siento muy bien, me siento libre. Hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento. No puedo olvidar que se ha machacado a muchas personas en el mundo por ser homosexuales. Y yo no me podía callar. No sabía cómo me trataría la vida, pero era una cuestión de ‘ser o no ser’, y nunca me he arrepentido de mis actos”.

Tiene muy clara cuál es una de las principales asignaturas pendientes de la Iglesia católica: «La sexualidad en general. Solo se acepta el sexo si su fin es la reproducción, solo se tolera dentro del matrimonio. La actitud frente a la homosexualidad es muy beligerante; como mucho, la Iglesia se limita, en voz baja, a hacer la vista gorda. Es un poco cínico eso»

«NO ME SIENTO ORGULLOSO, SINO LIBRE»

El ex carmelita gay que apuesta por la visibilidad

Recuerda con emoción cuando en 2005 se legalizó en España el matrimonio entre personas del mismo sexo. «Qué maravilla que se dignificaran las relaciones homosexuales de esa manera, es algo que sobrepasó mis expectativas, pensaba que no llegaría a verlo». Y no duda en hacer predicciones de cara al futuro. «Habrá un momento en que la Iglesia aceptará que haya sacerdotes que se casen. Después aprobará el sacerdocio de mujeres. Y mucho más adelante aceptará la homosexualidad y que haya sacerdotes gays. Aunque todo es ciencia-ficción de momento, no veo atisbos de que nada de eso vaya a suceder en un futuro cercano».

Asegura que la vida le ha tratado muy bien, y que por eso no puede sentir rencor hacia la Iglesia por el modo en que le trató. Y desde su tranquila conciencia alerta a los espectadores sobre el epílogo de la película Amarás al prójimo. “El final me parece muy inquietante, casi terrorífico. Me perturba porque deja mucha libertad al espectador, ve que el problema que se ha tratado en la película se va a reproducir…”. ¿Lo más positivo de esta película? “Que abre la posibilidad de un debate, sobre todo entre personas que tienen ideas realistas sobre la sexualidad”.

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