¿Has oído hablar del cáncer de pene?

Seguramente hayas oído hablar poco del cáncer de pene, o incluso nada. Y no es de extrañar, ya que solamente uno de cada 100.000 hombres lo sufre en los países industrializados. La cifra es ligeramente mayor en los países más pobres. La escasa cifra de hombres que padecen esta enfermedad dificulta determinar cuál es la […]

Juan Pablo Manzano Gálvez

Juan Pablo Manzano Gálvez

Soy gay, periodista y ferroviario. Me encanta viajar solo o con mi mamá.

9 mayo, 2017
Se lee en 1 minutos

¿Has oído hablar del cáncer de pene?

Seguramente hayas oído hablar poco del cáncer de pene, o incluso nada. Y no es de extrañar, ya que solamente uno de cada 100.000 hombres lo sufre en los países industrializados. La cifra es ligeramente mayor en los países más pobres. La escasa cifra de hombres que padecen esta enfermedad dificulta determinar cuál es la mejor solución terapéutica, hasta ahora.

Al igual que ocurre con otros tipos de cáncer, lo más habitual era utilizar la cirugía para acabar con las células cancerosas, extirpando el tejido y el final del pene. Esto tenía graves consecuencias en la funcionalidad sexual y urinaria de los varones.

Ahora, un estudio hace pensar que esto podría acabar gracias a una alternativa, la braquiterapia, un tipo de radioterapia que implica introducir material radioactivo en el tumor o los alrededores que emitirá radiación a bajas dosis durante varios días, con el objetivo de acabar con las células cancerígenas, para evitar así cualquier tipo de extirpación.

La investigación, llevada a cabo por radioncólogos del Gustave Roussy Cancer Campus (Francia), ha examinado la evolución de 201 pacientes durante más de 10 años. Todos ellos fueron circuncidados (cortar circularmente una porción del prepucio del pene humano) y tratados con braquiterapia.

Los resultados

Cinco años después del tratamiento la probabilidad de sobrevivir con el pene intacto era del 85%; trece pacientes tuvieron que someterse a cirugía por efectos secundarios, como ulceraciones dolorosas.

La tasa de supervivencia fue del 79%, y a ocho pacientes se les tuvo que extirpar el pene.

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