Manuela Carmena ha vuelto a hacer historia al frente de la alcaldía de Madrid, y no de la forma a la que nos tiene acostumbrados. El ayuntamiento de Madrid, siguiendo los pasos de sus antecesores, ha vuelto a sancionar a los organizadores de la manifestación del Orgullo Gay (Cogam y FELGTB) por exceso de ruido. El motivo principal de la multa es sobrepasar los decibelios permitidos en el escenario que se situó el año pasado en Colón, al cual se subió la propia alcaldesa para dedicar unas palabras al colectivo.
La sanción, que asciende a 180.000 euros, no es la primera a la que se enfrentan los organizadores por sobrepasar los decibelios permitidos, aunque en anteriores ocasiones no se han llegado a cumplir por errores de forma. La ordenanza de ruido de Madrid, que fue modificada en el año 2011 por el gobierno de Ana Botella, lleva años enfrentándose a las fiestas del Orgullo Gay, generando multas cada vez mayores y continuos desencuentros con el ayuntamiento. Es por ello que las asociaciones sancionadas piden que esta celebración, la mayor que vive Madrid cada año, tenga una consideración especial por la repercusión “social, económica, turística y de buena imagen para la marca Madrid”, algo que se aplica en situaciones como Año Nuevo o las celebraciones deportivas que se llevan a cabo en Cibeles (la última hace escasos días) o Neptuno. Los organizadores se encuentran entre la espada y la pared, y asegura que si las multas continúan llegará un momento en el que esta celebración será totalmente inviable. “No puede ser que apoyen el Orgullo, que faciliten eventos y les encante venderlo fuera y que luego nos machaquen así”.
Pese a todo esto, el gobierno de Carmena ya sopesa darle ese estatus especial a las fiestas del Orgullo, o directamente cambiar la normativa para ahorrarse sorpresas de este tipo y quitar de una vez por todas la mordaza que el gobierno de Botella le puso hace años a una fiesta que batió récords el año pasado al congregar a más de un millón de personas.
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