La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué expectación!

Este domingo vuelve Pepu Tabares, que cada semana nos escribe su columna semanal contando sus divertidas y curiosas acécdotas. No te la pierdas.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué expectación!
10 agosto, 2020
Se lee en 4 minutos

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Me he graduado.

O eso quiero creer. Durante toda la semana me he sentido como ese Woody Allen, presuntas pedofilias aparte, disfrazado de espermatozoide en Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar: esperando el momento perfecto. ¿Con miedo? No. Con expectación. ¡Qué expectación!

La fama es como el pisto manchego, tú podrás tener la cebolla, los pimientos, el calabacín, los ajos -¡qué ajos!-, salpimentar como un libra y seguir la receta… pero como no tengas ese algo, ese ‘ej que’ de las manchegas, te quedará el pisto de la vulgaridad. El pisto, como la fama, requiere de paciencia, humildad y descaro. El que yo tengo.

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué expectación!

– ¿Pepu Tabares?
– La misma que viste y fuma.
– Hola Pepu, soy Antía Borto, productora del reality
– Un segundo Antía, ¿quién te ha dado mi teléfono?
– Lo tiene todo el mundo, eres la chica del momento.
– Me gusta lo de chica, pero ¿del momento? Yo no he venido para ser una estrella fugaz, yo he venido para ser eterna.
– Perdona Pepu, fallo mío, lo que te quería decir…

Le colgué. Qué manera de insultar al destino que predijo mi numerólogo. ¡Que soy un 11! Me gusta que todo el mundo tenga mi teléfono, pero ¿por qué sólo me ha llamado esta muchacha? Adoro hacerme de rogar, aunque ahora no tenga tiempo para pensar en ello: he quedado con Pepe Ramala.

Pepe tiene mucho dinero, –aunque siempre ande con el bolsillo cosido– así que cuando me escribió para regalarme un blanqueamiento, me dio vueltas el corsé. ¿Pepe invitándome a algo?

– Tranquila, es un 2×1, pagamos a medias.
– Ahora entiendo todo, truhán.
– ¿Quieres o no?
– Claro que quiero.
– Pues a las 18h en casa.
– ¿Y tu mujer?
– Allí estará.

Nunca he visto a su mujer. De hecho, he dudado hasta que tuviese. ¿Cómo será? Las expectativas me gusta ponerlas altas, como los cardaos, pero no con las mujeres, sino con la vida. Hemos venido a vivir, no a pasear por Marina d’Or.

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A las 18h estaba allí, puntualidad inglesa. Me abrió la puerta una mujer con uniforme que me trató de usted y casi que me pedía perdón por su presencia. ¡Qué apocamiento! Lo que habrá tenido que pasar esta mujer para sentirse así… Pedir perdón por existir debería estar penado por ley. No es su culpa, sino nuestra.

Me acompaña hasta el “despacho del señor Ramala”. ¡Qué casoplón! Esto es más largo que una pandemia sin cobrar el ERTE. Pero allí estaba él, sentado en su escritorio y con su yorkshire terrier lamiéndole los zapatos:

– Pasa, Pepu, toma asiento. El blanqueador llegará en seguida.
– ¡Qué gracioso tu perro!
– No es mi perro, es mi mujer.

Primera bomba de la tarde y yo con dos Diazepam en el cuerpo. ¡Qué necesidad! Yo no soy quién para juzgar a nadie, pero está claro que habría que preguntarle a esa perra por qué está con Pepe Ramala… Lo bueno de las expectativas es que nunca se cumplen, y acabas sorprendiéndote, que de eso se trata. Le digo:

La columna semanal de Pepu Tabares: ¡Qué expectación!

– Encantada de conocerte. (No responde. Ni un triste guau. ¡Qué ingrata!) Oye, ¿y nos vamos a blanquear aquí los dientes o cómo va el asunto?
– ¿Quién ha dicho que sea dental?
– Que si es anal también me vale.
– No Pepu, este señor es especialista en blanqueamiento de imagen. Es el que ha llevado todo el tema de la familia Franco.
– ¿Y crees que yo lo necesito?
– Sí. Y más aún, desde esta última semana.
– Paternalismos los justos, chato. Nadie conduce su vida como Pepu Tabares.
– Me voy a presentar a alcalde de Madrid.
– ¿Y a mí que me cuentas!
– Quiero que tú seas mi mano derecha.
– Soy disléxica. ¿En qué consiste?

Ahora sí, me siento náufraga en este mar de sinsentido. Pepu Tabares en shock. ¡Qué incredulidad! Lo peor de todo es que no sé ni qué contestar… Ni a la productora tampoco. Voy a tomarme un Valium, que el Diazepam no me rasca como antes, y me lo pienso. Ya la próxima semana os cuento cómo acaba todo esto… ¡Qué expectación!

PD: Me muero de curiosidad por saber cómo se conocieron Pepe y su mujer.

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