Queda menos de una semana para que se celebre el Orgullo Gay de Buenos Aires. Hasta ahí todo normal. Los problemas llegan cuando el Jefe de Gobierno de la capital argentina, Mauricio Macri, se niega a garantizar la seguridad de los asistentes. La ciudad se encuentra en plena campaña electoral, y si Macri quiere que le vean como un político homófobo, está muy cerca de conseguirlo. No proteger a todo aquel que quiera participar en la marcha aumentaría exponencialmente el riesgo y, por ello, se ha iniciado una campaña de recogida de firmas para pedirle al dirigente que no cometa el error de enviar al Orgullo de Buenos Aires a una muerte segura. Bastará con reforzar el dispositivo y, a cambio, dejaremos de pensar que se está intentando boicotear un acontecimiento histórico en el continente sudamericano.
El pasado año, más de 150.000 personas marcharon por las calles de Buenos Aires.
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