La exposición ya había estado en diciembre en la Bienal de Sao Paulo. La impactante escultura en cuestión está hecha de papel maché y representa a un perro (un pastor alemán) penetrando a la líder bolivariana Domitila Barrios de Chúngara, que a su vez penetra al rey Juan Carlos I, que está postrado a cuatro patas vomitando un ramo de flores sobre un rimero de cascos nazis de las SS.
La escultura es obra de la artista austríaca Ines Doujak, que afirma que su creación “juega con las relaciones de poder y las subvierte”.
“Es una imagen muy sensible”, admite el director del Macba, Bartomeu Marí, que conoció la existencia de esta pieza este mismo lunes y decidió que la exposición no era conveniente. Es “algo inaudito”, lamenta, reafirmando que considera la obra inoportuna: “Su contenido no debe vehicularse en el museo”, y asegura que no se trata de una censura sino que es “una decisión del propio museo”.
Sin embargo, los comisarios de la exposición Paul B. Preciado, Valentín Roma (ambos pertenecen al equipo del museo) y los alemanes Hans D. Christ e Iris Dressler se han negado a suprimir la escultura, y las disputas han llevado al museo a tomar la decisión drástica de cancelar la exposición. Una muestra colectiva con más de 30 artistas internacionales que ya estaba montada en las salas e iba a inaugurarse esta misma tarde.
En principio, la exposición colectiva ‘La bestia y el soberano’ reflexiona sobre el concepto de soberanía y el poder del estado, tomando como título el nombre del seminario del filósofo francés Jacques Derrida, que analizaba los límites de la soberanía política en la tradición metafísica.
“En mis 25 años de carrera nunca había visto una cosa similar. No conocía los detalles de la exposición con la antelación con que debería. Es un fallo. Y cancelar la exposición es un hecho absolutamente lamentable y triste”, critica Marí.
Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el equipo de la muestra, el director ha decidido cancelarla. Las tensiones, lejos de calmarse, continúan, sin saberse aún cuál será la reacción de los comisarios y del resto de los artistas.
¿Nos encontramos ante una censura en el arte o una medida lógica de autocontrol?