No, en esta ocasión Neil Patrick Harris no era el presentador de los Tony, pero terminó siendo el centro de atención un año más y demostró por qué es un maestro del entretenimiento y un ejemplo de visibilidad gay. El número musical del actor, presentado por un Ru Paul enfundado en un esmoquin rosa, fue lo mejor de una gala que se convirtió en una provocativa oda gay al teatro musical y que congregó a los principales profesionales de Broadway el pasado 8 de junio en el Radio City Music Hall de Nueva York. Casi irreconocible por el maquillaje y la peluca, y sobre unos tacones de impresión, el actor de Cómo conocí a vuestra madre interpretó con sus compañeros de reparto la canción Sugar Daddy, extraída del musical Hedwig And The Angry Inch, mientras se contoneaba entre Samuel L. Jackson, Sting y Kevin Bacon en el patio de butacas. Patrick Harris, que interpreta a un transexual en el revival dirigido por John Cameron Mitchell (Shortbus), terminó su actuación con un beso en la boca a su marido, el también actor David Burtka –en los ensayos se lo daba a Jonathan Groff–.
No sería el único beso de la noche. El actor repitió el gesto cuando se llevó el Tony al mejor actor en un musical, que agradeció a su marido e hijos. En total, el musical gay Hedwig And The Angry Inch se llevó cuatro premios (mejor revival, actor, actriz secundaria e iluminación), empatado con la otra gran triunfadora de la noche, A Gentleman’s Guide To Love And Murder (mejor musical de estreno, director, libreto y vestuario).