Los hay que no son libres ni aún habiendo fallecido. Lamentablemente, A.J. Betts, de 16 años, se había suicidado como consecuencia de los ataques homófobos que recibía por parte de sus compañeros cada día. Antes de la terrible noticia, se hizo donante de órganos, y ahora su madre intenta cumplir el sueño que su hijo tuvo en vida.
No obstante, desde la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) de Estados Unidos se han rechazado algunos de sus órganos por el mero hecho de ser gay, argumentando que pudo haber mantenido relaciones sexuales con alguien de su propio sexo. Esta medida data de los años 80 como consecuencia de la expansión del VIH y, paradójicamente, solo afecta al colectivo LGTB. ¿Hasta cuándo van a existir esta clase de leyes?
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