Clandestinas, prohibidas, sugeridas, fugaces, románticas, antinaturales o frustradas son adjetivos que han perseguido a las relaciones homosexuales a lo largo de los siglos por romper con la norma heterosexual, pero no siempre que miramos al pasado el recuerdo de esa historia LGTB tiene que estar empañado por la tragedia o la oscuridad de los armarios. En la intimidad, las vidas de las parejas homosexuales de principios del siglo XX eran tan convencionales y naturales como lo podían ser las de sus vecinos de puerta.
Al menos ese es el mensaje que se extrae de The Invisibles, el libro en el que el cineasta francés Sébastien Lifshitz, director de películas de culto gay como Primer verano y el documental Les Invisibles, reúne su colección de fotografías vintage de parejas homosexuales, fechadas entre 1900 y 1960, que ha ido adquiriendo durante las últimas dos décadas por diferentes mercadillos de antigüedades del mundo.
Todo empezó hace veinte años, cuando Lifshitz se topó con la antigua fotografía de una pareja de mujeres en el mercado de Vanves de París. No parecían hermanas, tampoco amigas. En su mirada y la manera de abrazarse había una complicidad que solo se explicaba como pareja, así que Lifshitz, intrigado por la historia que había detrás, se acabó llevando a casa un lote de diez álbumes con retratos de las dos mujeres en los que no había ni rastro de hijos ni hombres. A estas instantáneas les seguirían muchas más de parejas gays anónimas que vivían su sexualidad abiertamente y que se dejaban retratar en momentos de intimidad como estos, sonrientes, abrazadas o cogidas de la mano.
El documental de Lifshitz Les Invisibles, que retrata las historias de varias parejas de ancianos LGTB que tuvieron que hacer frente a la intolerancia sexual a mediados del siglo XX, se llevó el premio César al mejor documental en 2012.