¿Un thriller que habla de los peligros del cruising veraniego convertido en una de las películas más celebradas de la temporada? En la teoría suena a posibilidad improbable, en la realidad, el fenómeno está consumado. Ganadora del premio al mejor director en la sección ‘Un Certain Regard’ y de la Queer Palm en Cannes el año pasado, El desconocido del lago optaba a ocho premios César en la pasada edición, y Pierre Deladonchamps se llevó la estatuilla al mejor actor revelación. La décima película de Alain Guiraudie, de 49 años, es un fascinante ejercicio de estilo que narra la atracción fatal de Franck (Pierre Deladonchamps), que acude a diario a un lago donde se practica el cruising, por el enigmático Michel (Christophe Paou). Franck desoye los consejos de su amigo y confidente Henri (Patrick D’Assumçao) y, aún más, desafía a su propio instinto de supervivencia tras ser testigo de cómo Michel asesina a un amante. A partir de ese momento, el espectador se convierte en testigo de su oscura pasión sin límites. “Quería explorar lo que significa sentir una obsesión descontrolada por alguien”, explica Alain Guiraudie. “Sabía que exigiría un enorme esfuerzo por parte de los actores, así que enseguida surgió también la duda de hasta dónde llegarían”. Cuenta que en el guion había más secuencias de sexo explícito –para ciertos planos se usó a dobles de cuerpo– de las que terminaron en la película. “También rodamos más de una hora de atardeceres increíbles, ¡y tampoco íbamos a usarlos todos!”.
Guiraudie confiesa que para contar esta historia anclada en el deseo como motor de nuestras acciones más irracionales decidió ambientarla en un universo que conoce bien, y apostó por un espacio idílico en que se practica abiertamente el cruising. “El sol, el agua, el bosque… resultan eróticos y poéticos a la vez. Como el amor y la pasión invitan a disfrutar del sexo, quise crear secuencias que combinaran las emociones que se sienten al estar enamorado con la obscenidad inherente al sexo”. El lago y el bosque adyacente se convierten en privilegiados marcos, y espacios únicos, en los que se desarrolla la acción, y a través de la luz y el sonido se reflejan las cambios que se suceden. “La presencia del mundo exterior se expresa casi exclusivamente a través del sonido ambiente”, explica el director. “El viento, los insectos, los aviones… crean una especie de sinfonía. Desde que empecé a escribir el guion me obsesioné con términos como ‘última hora de la tarde’, ‘anochecer’ o ‘noche cerrada’, que se convirtieron en una pesadilla a la hora de reflejarlos en el rodaje”. El marco incomparable es testigo –casi mudo– de las idas y venidas de los tres personajes principales, que su creador considera que representan facetas distintas de un mismo hombre. “Franck es el tipo cool expansivo; Michel es el gran seductor que se deshace de su presa una vez se cansa de ella, y Henri es el tipo que está harto de todos esos juegos”.
Nunca fue la intención de Alain Guiraudie que su película interesara solo al público gay. Su enorme éxito ha probado que la capacidad de fascinación de esta intrigante –y sexy– historia no entiende de orientación sexual. “Obviamente, partí de mi propia experiencia”, explica. “Pero quería hablar del mundo en general, heteros incluidos. Y mostrar cómo ha habido un gran giro colectivo. Hubo un momento, en los 70, en que todo el mundo apostaba por la liberación sexual. Hoy nos manifestamos por el matrimonio igualitario. Algo se ha perdido en el camino. Los lugares de cruising al aire libre están siendo reemplazados por clubs de sexo en donde la entrada cuesta 40 euros. Los intereses mercantiles han vencido al amor libre”.
En El desconocido del lago, que Karma Films acaba de editar en DVD, Franck apuesta por vivir en libertad su irrefrenable atracción por el misterioso Michel. Hasta el punto de no preocuparse por la ausencia de condón en sus relaciones con él, pese a que no saben nada el uno del otro. “Va al límite porque materializa sus deseos en el momento; su única preocupación es disfrutar con la otra persona, tenga las consecuencias que tenga”. El fantasma del sida planea a lo largo de los encuentros de Franck con distintos hombres, y cada partenaire reacciona de un modo distinto a su apuesta por el sexo no seguro. “Era importante poner esa cuestión encima de la mesa. Veo películas en las que el sexo seguro se da por hecho. No es tan sencillo; hay tíos muy higiénicos y otros que no lo son. El sida trajo consigo que sexo y muerte se acercaran; siempre sobrevuela nuestras reacciones sexuales. Y aunque ya no suponga la misma amenaza, el sexo ha cambiado. La idea de abandonarnos por completo a otra persona ya no es la misma”. El protagonista de la película pone su vida en peligro conscientemente; la pasión puede más que el miedo. “Lo que no pretendo decir es que el hecho de mantener una relación ilícita la haga más atractiva por el hecho de que los protagonistas sean gays”, aclara el director. “En el mundo hetero pasa igual. Sí me parecía importante mostrar que Franck deseaba con todas sus fuerzas a Michel antes de verle cometer un asesinato, y que después sigue sintiendo lo mismo”.