Cómo pasa el tiempo. Hace 18 años, el joven gay Matthew Shepard fue secuestrado, torturado y abandonado a su suerte en Wyoming, Estados Unidos. Descubierto horas después, fue trasladado a un hospital donde murió días más tarde por las graves lesiones con las que llegó. Al poco tiempo, sus padres, Judy y Dennis, crearon una fundación con el nombre de su hijo para luchar contra la homofobia; y aprovechando el aniversario de su muerte, han concedido una entrevista a un diario canadiense.
En ella, han explicado los motivos por los cuales no pidieron la pena de muerte para los dos asesinos, que tras confesar los hechos cumplen sendas cadenas perpetuas. “No pretendemos que se conviertan en mártires que paguen por su crimen y animen a otros a cometer un acto de esta crueldad, ni someter a nuestro otro hijo a pasar por la angustia de que pudiesen salir en libertad condicional”, cuenta Dennis, que en un principio sí solicitó su ejecución, hasta que su mujer le convenció de lo contrario.
Además, está convencido de que su hijo estaría orgulloso de su proyecto: Matthew Shepard Foundation, que busca la aceptación de la diversidad. “La gente teme lo que no conoce o no entiende. A veces, ese miedo lleva a la violencia, el odio, los prejuicios y todas esas cosas”, lamenta Judy, que luchará sin descanso por la tolerancia y el respeto. Ellos, teniendo en cuenta todo lo que han sufrido, son un gran ejemplo para la sociedad.