Un clásico. Primero digo lo que pienso, y después la repercusión de mis palabras me hace recular en los términos utilizados, pero no en el mensaje. Alguien cometió el tremendo error de dejarle un micrófono a la actriz Rose McGowan y claro, pasa lo que pasa. En una sucesión de perlas homófobas sin sentido, comenzó por asegurar que los gays eran “más misóginos que los heterosexuales”, lo que le provoca estar cansada de la comunidad LGTB. Pero con esta afirmación no tuvo suficiente.
McGowan comenzó a mezclar peligrosamente la velocidad con el tocino y, mientras organizaba una fiesta para apoyar un hotel de Brunei (donde existen leyes contra los homosexuales), se escudó en que nunca había visto a un gay «apoyar a la mujer». «En Arabia Saudí se lapidan mujeres y no he oído a nadie decir nada», reivindicaba. Ella, convencida de que el colectivo ya ha conseguido casi todo lo que se ha propuesto en materia de igualdad, argumentaba que ahora se lucha por «sentarse en un flotador con un bañador naranja». «La misoginia gay es un problema”, sentencia. Nada más que añadir.
Toda la polémica desatada le ha hecho recular, pero a medias. Y es que, McGowan se arrepiente de “no haber articulado mejor” pero se mantiene en su “argumento principal”. “¿Podría haber expresado mi frustración mejor? Sin duda. Por ello pido perdón, pero me reafirmo en el mensaje”, escribiá en The Huffington Post. Mejor correr un tupido velo.
¿Te crees el arrepentimiento de McGowan?
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