No es la primera vez que Miguel invita a su casa a Shangay para hablar de Bosé. De hecho, es la tercera. Es de sobra conocido por todos su celo para preservar su intimidad, con lo cual aún sorprende más que nos abra de cuando en cuando las puertas de su idílica residencia madrileña y quiera compartir con nosotros parcelas en principio vetadas a la prensa. Lo que resulta más fascinante es ver al hombre y al artista fundidos en uno, y de vez en cuando verle pasar de ‘amo de casa’ a la estrella que también es.
Si algo he aprendido en mis visitas al hogar de Miguel Bosé es que en esos casos, a diferencia de cualquier otra entrevista promocional, no hay protocolo que valga. No te espera nunca Miguel a la hora justa, sentado en un sofá, listo para ser entrevistado, no. En esta ocasión me conducen hasta su cocina, estratégicamente situada en su diáfana casa, ocupando su centro neurálgico. Porque para Miguel su cocina es tan importante como para Bosé su (sorprendentemente austero) estudio –que también visitaremos después, oculto al final de un camino flanqueado por bambús–.
Continúa con sus labores entre fogones y a la vez nos prepara un –riquísimo– zumo natural de manzana y jengibre con que amenizar la charla. Si hace un año tuvo el detallazo de darnos a conocer a sus cuatro hijos –una exclusiva que dio la vuelta al mundo–, en esta ocasión nos enseña hasta el último rincón de su nevera. Se sabe mucho de las personas por lo que guardan en ella, y la de Miguel Bosé nos indica –algo que él verbalizará también– lo mucho que le gusta comer –sano– y lo metódico que es –como con su carrera–.
«QUIERO QUE LA GENTE HAGA SUYAS LAS CANCIONES DE AMO«
Nadie está cronómetro en mano contando los minutos que nos quedan de charla. Se le nota que disfruta hablando sobre su música, su carrera, sus planes, su familia… No rechaza ninguna pregunta, aunque sí demuestra un arte especial para capear aquellas que no le despiertan mayor interés. Siempre con ironía y con ese tono de voz embaucador con el que lleva décadas hechizando a sus millones de fans. Por algo es el amo. “La promoción es un trabajo que hacer eficazmente, o mejor no hacerlo”, explica. “Es la manera de que transmitáis a la gente lo que está pasando, y de entusiasmaros”. Imposible no contagiarse de su pasión cuando te habla y no admirar su rotundidad en ciertas respuestas. Al comentarle al inicio de la charla ante la grabadora que Encanto me parece su mejor single en muchísimos años no vacila: “Estoy absolutamente de acuerdo contigo”.
SHANGAY ⇒ ¿Qué esperas lograr con este nuevo disco?
MIGUEL BOSÉ ⇒ [Simulando acento andaluz] Lo quiero to… Quiero que la gente se apropie de él, así de fácil, que haga suyas las canciones. Cuando eso sucede, quiere decir que el disco va a pasar a la historia. Después de 30 años de carrera, con la gira de Papito, me di cuenta de que el público lo que quería era cantarme sus/mis canciones, porque las sienten suyas. Eso es maravilloso y es lo que quiero que vuelva a suceder con Amo.
SHANGAY ⇒ Has escogido un título con varios sentidos posibles, entre ellos uno con connotaciones sadomasoquistas que nada tienen con ver con tu actitud actual, tan orgánica. Habrá fans que queden decepcionados…
MIGUEL BOSÉ ⇒ [Adoptando una pluma caricaturesca] Allá ellas… Los personajes que interpreto forman parte de las novelas que me gusta escribir, es decir, mis canciones. En este caso muestro en algunas al amor como un tirano, como un emperador, me he inspirado en los perfiles de los dioses mitológicos. Porque Zeus era un hijo de la gran puta. ¿Y Afrodita? ¿Y Neptuno? ¿Y Ades? ¿Cronos? Todos tremendos. Como lo es el amor, solo que este también es piedad y compasión. Entre los personajes que he creado para este disco no hay ninguno sadomaso, lo siento mucho. Igual el próximo disco lo título Cuero. O mejor, En cuero. Pero ahora mismo me inspiran más la naturaleza, los elementos, el conocimiento…
SHANGAY ⇒ No has apostado por una imagen especialmente favorecedora para la portada del álbum…
MIGUEL BOSÉ ⇒ Pero tiene fuerza. No era cuestión de salir guapo, sino de que el personaje tuviera carácter. Como pasa en el vídeo de Encanto, con esa estética a lo Juego de tronos, muy realista. No me interesaba la estética por la estética. Ni en la portada buscaba sacarle partido al photoshop. Me parece que ha quedado bellísima, y lo más importante en ella es la mirada. ¿Por qué? Porque la canción que da título al disco, Amo, habla del saber, del conocimiento. Le transmití a Inocuo [Javier Gutiérrez] que quería que apareciesen representados a mi alrededor multitud de elementos de mi interés desde que soy pequeño y que han creado mi conocimiento: fórmulas matemáticas y químicas, la arquitectura, la geometría, la literatura fantástica, la biología marina, la física cuántica… Y utilizó una técnica artesanal que mezcla el dibujo hiperrealista y la acuarela, en la que hubo que añadirlos uno a uno, capa tras capa. 700 tiene, fue complicadísima de hacer. Y debía dar la sensación de que todos esos elementos salen de mis ojos. Por eso buscaba que cuando alguien vea la portada piense “Guau, qué mirada”.
SHANGAY ⇒ ¿Era el momento de hacer un disco en el que demostrar tu amor por lo que te rodea?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Sí, en él he querido mostrar la conexión con lo que me rodea, y esa curiosidad enorme por todo, que mi hijo Tadeo tiene multiplicada por diez. Si sigue así va a ser muy feliz, como lo fui yo en mi infancia, a pesar de que ser un niño solitario y apartado. Dentro de ese exilio fui muy feliz, todo me interesaba y me fascinaba.
SHANGAY ⇒ ¿Sigues siendo así?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Soy aún peor. Pensé que en algún momento eso se iba a calmar, pero no, va a más. El conocer no sacia nunca, siempre quieres saber más. Es una sensación muy serena y placentera.
«SIEMPRE HE SENTIDO UNA ENORME CURIOSIDAD POR TODO, QUE MI HIJO TADEO TIENE MULTIPLICADA POR DIEZ»
SHANGAY ⇒ “Con los años me he hecho inmune a casi todos los pecados”, cantas en Libre ya de amores. ¿Es así?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Sí, totalmente. Los sigo cometiendo y no me afectan, o me resbalan. Casi todos. Inmune a la gula no soy, ya me ves… Como cada vez más, y desordenadamente. Hasta que en entro en un ‘momento corsé’. Soy un hombre acordeón. Hace unas semanas he empezado otra vez la dieta de siempre, la ayurveda, que me conducirá hasta las puertas de la gira, en mayo. Entonces la gente me verá y dirá “¿Qué ha pasado? ¿Le han rebanado?”.
SHANGAY ⇒ También se preguntarán cuántas operaciones te has hecho…
MIGUEL BOSÉ ⇒ Exactamente. “¿Qué se habrá estirado? ¿Qué se ha inyectado, semen de boquerón?”.
SHANGAY ⇒ ¿Nunca has recurrido a la cirugía estética?
MIGUEL BOSÉ ⇒ ¡No, qué va! Como no descubra algo que me aspire… las ganas de comer [risas]. No sé si algún día recurriré a la cirugía. Como en mi vida lo he hecho todo, o casi todo, no me extrañaría que terminase probándola. Pero para eso necesito tiempo, y de momento no lo tengo, porque tengo mi próxima gira programada ya hasta septiembre de 2016. A lo mejor para celebrar los 60 años me doy chapa y pintura y paso la ITV. Pero de momento solo me he operado de las dioptrías de los ojos y de apendicitis.
SHANGAY ⇒ ¿Recuerdas un reportaje en La Otra Crónica de El Mundo en donde repasaban tus supuestos retoques estéticos?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Claro que me acuerdo, me fascinó; daban detalles hasta de las clínicas en donde supuestamente me había hecho cada cosa. En ese momento Miguel se dio la vuelta y le dijo a Bosé “Chaval, ¿cuándo ha pasado todo esto? ¿Va a repercutir en mí?”. Pedí que me enmarcaran esa página del periódico, porque es increíble lo que la gente puede llegar a imaginarse cuando no sabe.
SHANGAY ⇒ ¿Te sorprendió que el último concierto de la gira de Papito en Durango fuese noticia, no por ser el último, sino porque le dabas un morreo a tu guitarrista?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Me sorprende porque es algo que he hecho todas las noches de la gira desde 2007 cuando canto Bandido. A uno de los guitarristas le beso y a otro le acaricio y le toco el culo y el paquete, y los dos son superheteros. ¡Es parte de una coreografía! Pero mira, me alegro de dar de comer a la gente, igual que yo hago con mi equipo y mis animales.
SHANGAY ⇒ ¿Qué pensaste al ver el revuelo que se montó a nivel mundial cuando se publicó una foto de tu amigo Ricky Martin con Pablo Alborán?
MIGUEL BOSÉ ⇒ En esos casos me reboto mucho con parte de la comunidad gay. Acuérdate que esos mismos se empeñaban en que George Clooney es maricón, que debía salir del armario, cuando todo el mundo sabe que le gusta más un coño que a un tonto un lápiz. De todos los que son guapos, bellos, atractivos y deseados, y me meto en el saco, siempre hay una loca que sale diciendo que todos, por el hecho de serlo, tienen que ser maricones. ¿Por qué todos los maricones tienen que ser guapos, o todas las lesbianas butch? ¡No, tiene que haber de todo! Con esa dictadura se debilita mucho la casta gay. Si no quieren que se les señale y se les acuse, que dejen de ser tan molestos. Y si alguien es gay, ¿qué? Seguro que el que señala y comienza un rumor es el que más tiene que callar. Si llego a estar yo en esa foto con Ricky y Pablo… ¡no te quiero contar! Si a mí me ha pasado con Alejandro Sanz, pobrecito mío [risas]. Solo porque éramos amigos, monos y se vino un tiempo a vivir a mi casa ya empezaron los rumores sobre él. ¡Qué coñazo! Es algo que me revienta. Quien quiera salir del armario, que salga. Y quien no sale tendrá sus razones y hay que respetarlas. Para exigir respeto hay que empezar por respetar a los demás.
SHANGAY ⇒ Tú has optado por la indefinición.
MIGUEL BOSÉ ⇒ Yo he optado por la libertad a definirse, o no, en todo. No tengo nada que ocultar. Soy quien soy, la gente sabe cómo soy, y punto. Y las locas esas que quieran saber algo concreto, que cuando me encuentren por la calle me pregunten. Yo en privado puedo decir muchas cosas que en una entrevista nunca diré. Porque cuando me preguntan en televisión cuál es mi peor defecto, ¿de verdad piensan que voy a responder?
SHANGAY ⇒ No parece que tus hijos hayan influido en la creación de tu último disco, no has caído en la tentación de crear una balada dedicada a tus niños.
MIGUEL BOSÉ ⇒ No, porque realmente tengo muy separada la vida profesional de la personal. A la gente le hace mucha gracia que distinga entre Miguel y Bosé, pero es una realidad. Siempre me pasa que mientras me acerco a la cancela tras la que está mi estudio, y que me va abduciendo, pienso en dejarlo todo y quedarme con mis niños. Pero en cuanto la cierro me olvido de todo lo que está fuera y pienso “A por ellos, mis valientes”. Es algo impresionante, yo mismo me pregunto a veces cómo puede pasarme. Pero pasa. Por eso no han influido para nada en el disco.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo llevas el pasar temporadas largas fuera de casa sin verlos?
MIGUEL BOSÉ ⇒ Cuanto más crecen, más tranquilo y liberado me siento. Está todo muy bien organizado: van al cole, tienen sus actividades, están muy ocupados… Cuando estoy fuera me lo cuentan todo por el FaceTime. A veces, estoy metido en el estudio y les escucho jugar fuera, pero tampoco me influye. ¿Tú me ves a mí cantando una canción como Marinero de luces de la Pantoja? Yo tampoco. Me daría una grima horriiible.
SHANGAY ⇒ Nunca digas nunca jamás, que igual un día los sacas al escenario para dedicarles un tema…
MIGUEL BOSÉ ⇒ Te aseguro que eso nunca pasará. No me verás en un concierto decir “Y ahora les voy a dedicar una canción a mis cuatro churumbeles”, y menos sacarles. Mis hijos son sagrados. De mí se sabe casi todo, pero ese tres por ciento que es mi refugio, si me lo quitasen, sería como hacerme una lobotomía. Caería en la más profunda de las tristezas, sería irreversible. Si todo el resto es público, que respeten ese porcentaje mínimo que no quiero compartir. Porque quiero que mis hijos tengan una vida absolutamente normal.
SHANGAY ⇒ ¿Es posible teniendo el padre que tienen y viviendo en un hogar de las dimensiones del vuestro?
MIGUEL BOSÉ ⇒ No son conscientes de nada de momento. No les he puesto ninguna canción ni un vídeo míos. Tadeo podría darse cuenta de algo, y Diego también, pero lo cierto es que no saben lo que hago. Como en las únicas fotografías mías que hay en su cuarto salgo haciendo submarinismo, se creen que soy buzo.