Ilustración: Iván Soldo
En el pop, como en el sexo, lo que se lleva ahora mismo es el orgasmo fácil, cómodo de lograr y cuanto más regularmente se repita, mejor. Kate Bush se ha elevado en 2014 todavía más dentro del Olimpo de las diosas –en donde ya tenía un puesto de lo más privilegiado– por ir, de nuevo, contracorriente.
Bush ha dado sentido del todo a 30 años de carrera con 22 conciertos en Londres, en agosto y septiembre pasados, que han marcado un antes y un después, tanto para los afortunados que asistieron como para el universo pop en general.
No hay otra artista igual, capaz de despreciar los tiempos recomendados para mantener una carrera a flote y de obviar las tendencias musicales y estéticas imperantes en cada momento. Kate Bush demostró el pasado verano, cuando regresó a los escenarios después de tres décadas sin pisarlos, que tenía su lógica haberse tomado su tiempo.
Hizo historia la primera vez que actuó en directo, en 1979, en el mismo escenario que escogió para su regreso (ahora Eventim Apollo, entonces Hammersmith Odeon), y en pleno 2014 tampoco se podía permitir ni una mínima concesión a los convencionalismos.
Bush, que siempre ha apostado por (re)crear un mundo sensual, consideró que había llegado el momento de encontrarse con su público, con esa aplastante exuberancia de chamana que despliega ahora, y ofrecer el espectáculo que a ella le gustaría ver, con las canciones que consideraba que debía recuperar de su excelsa discografía y con una propuesta escénica insólita, a caballo entre un concierto de rock, un musical del West End y una película de sus admirados Michael Powell y Emeric Pressburger.
El resultado fue Before The Dawn, un show indescriptible y fascinante, una demostración de poderío supremo realizada desde una sorprendente –por nada habitual, y menos en una artista de su talla– actitud de modestia –significativo que saliese a cantar siempre descalza–. 22 noches que han hecho historia, y cuya leyenda ha traspasado fronteras.
Por eso Kate Bush merece un lugar de honor en la historia musical de este 2014 finiquitado. Ella no tuvo prisa por llevar a sus fans al clímax, y estos, claro, han tenido el orgasmo de su vida –entre ellos, decenas de artistas consagradísimos que acudieron a admirarla y rendirle pleitesía–. Ese mágico momento de placer es algo que ninguno olvidará, y que jamás podrán agradecerle lo suficiente.