Reino Unido se convertirá, tras la previsible aprobación en la Cámara alta, en el primer país que da luz verde a los llamados bebés de tres padres, y ayudará a cerca de 150 parejas que cada año pierden a sus bebés por enfermedades mitocondriales.
La técnica aprobada solo contempla a las parejas que tengan enfermedades mitocondriales que pudieran producir daños en sus hijos: pequeños órganos de la célula, que se transmiten por vía materna, y que no funcionan correctamente. De manera que los bebés que nacen con estas células dañadas pueden sufrir daños cerebrales, pérdida de masa muscular, fallo cardíaco, ceguera, e incluso muerte infantil prematura.
¿En qué consiste la tecnología de los tres padres? La técnica desarrollada en Newcastle, combina el ADN de los dos progenitores con la mitocondria sana de una donante mujer.
Un proceso aparentemente fácil, en el que se fertilizan dos óvulos, uno de la madre y otro de la donante, junto con los espermatozoides del padre. Se retira el núcleo de los dos embriones resultantes, y solo se conserva el creado por los padres. Ese núcleo se introduce en el embrión de la donante, sustituyendo al núcleo que se ha desechado. Y el embrión resultante se coloca en el útero de la madre. Lo mismo se puede hacer con los óvulos, siendo fertilizado posteriormente por el espermatozoide del padre.
“La terapia es esperanzadora y muy buena. Además técnicamente no es muy compleja”, explica Julio Montoya, especialista en patología mitocondrial y catedrático en Bioquímica de la Universidad de Zaragoza.
Sin embargo, a pesar de los avales recibidos a esta técnica, el riesgo cero no existe. Cabe la posibilidad de que las proteínas mitocondriales y las de núcleo celular sean incompatibles, y que por ello se produzcan errores mitocondriales, precisamente lo que se pretende evitar.
Hay otro riesgo menos grave. Durante la técnica de arrastrar el núcleo de una madre al embrión de la otra, se podrían arrastrar mitocondrias enfermas. Si fueran pocas, el riesgo de enfermedad sería muy bajo. Aunque, en el caso de ser niña, seguiría siendo portadora y transmisora de mitocondrias afectadas.
Altos estamentos de la Iglesia de Inglaterra y de la Iglesia Católica en el país, así como determinados miembros de la comunidad científica, habían pedido el voto en contra de la aprobación de esta legislación, pues consideran que la técnica plantea incertidumbres éticas. La diputada conservadora Fiona Bruce lanzaba esta pregunta:«¿Estamos contentos con sacrificar dos incipientes vidas humanas para crear una tercera?».
Pero esta técnica en sí misma no supone la alteración del ADN nuclear, de modo que no podría utilizarse para la ingeniería genética o el diseño de bebés. Dos hermanos, uno de los cuales haya pasado por un trasplante mitocondrial, no serían más diferentes entre sí que dos hermanos que no lo hayan pasado.
Jane Ellison, secretaria de Sanidad Pública, aseguró: “esta técnica supone la única esperanza para las mujeres portadoras de estas patologías de tener hijos genéticamente sanos y crear una descendencia no portadora de la enfermedad”.
La aprobación de esta técnica vuelve abrir el debate sobre la posibilidad de crear niños biológicos de tres padres. Hecho que abriría la posibilidad de que parejas homosexuales tuviesen una descendencia mezclando sus genes, lo que les convertiría a ambos en los padres biológicos de la criatura.
Esta técnica en cuestión solo admite la mezcla entre dos mujeres y un hombre, mezcla que además no es proporcional, puesto que en el caso aprobado solo el 0,2% del ADN de la donante pasa al embrión y, aunque sí se transmite a generaciones posteriores, no afecta a características esenciales del individuo. Sin embargo, si existirían métodos en los que introducir un porcentaje genético más alto de ambas madres, dando lugar a una mezcla más equitativa del ADN de los tres progenitores.
Pero además, existen otras técnicas con las que el embrión sería prácticamente solo de dos madres o de dos padres.
Como la llevada a cabo por Richard Behringer, de la Universidad de Texas, que tomó las células del feto de un ratón macho y las reprogramo en células madre inducidas, luego sustrajo el núcleo de un ovulo y lo reemplazo por el que había modificado. Para más tarde, fertilizar este ovulo con los espermatozoides de otro macho. Lo que daría lugar a una descendencia de dos padres.
En teoría, podría aplicarse el mismo método para que dos mujeres fuesen las únicas madres del niño, aislando los genes del padre. Pero en este caso sería imposible una descendencia de varones (XY), quedando solo la posibilidad de engendrar niñas (XX) puesto que desaparecería el cromosoma Y.
Técnicas que no están aprobadas, y que suponen un fuerte debate legal y ético, entre lo que se puede hacer y lo que no, en términos de manipulación genética. De momento tendremos que conformarnos con pequeños pasos como este, y quizá algún día exista la posibilidad de que parejas del mismo sexo compartan hijos biológicos propios.
Una vez aprobada la enmienda a la Ley de Embriología y Fertilización Humana de 2008: el primer bebé con material genético de tres personas podría nacer en 2016.