Tras varios meses de investigación, el programa especial de Samanta Villar muestra por primera vez en televisión cómo viven los afectados de intersexualidad, una condición física por la que algunos hombres y mujeres tienen al mismo tiempo características genéticas y fenotípicas propias de varones y hembras en grado variable.
Desde el punto de vista social, la intersexualidad es un asunto complejo. La sociedad actual distingue entre diferentes géneros sexuales: masculino y femenino. Así como distintas orientaciones sexuales: heterosexuales, homosexuales y bisexuales. ¿Pero qué ocurre con las personas que tienen una fisiología distinta a su ‘género oficial’, es decir, están catalogadas como mujeres o hombres, pero en realidad su fisionomía anda entre dos sexos?
Conexión Samanta nos acerca la realidad de este colectivo, y nos presenta 3 historias, las de Mario, Gabriel y Luz, y trata de dar respuesta a preguntas que se nos plantean: ¿Se trata de una anomalía genética? ¿Es un tercer género? ¿Cómo se vive con esta condición?
El programa ha sido testigo de cómo todavía, a día de hoy, el miedo al estigma impide que los afectados puedan normalizar su condición: “La intersexualidad es un tema tabú tremendo y muchos afectados tienen ganas de vivir su situación con libertad. El armario de la intersexualidad tenemos que abrirlo entre todos”, afirma la presentadora sobre el contenido del especial.
Se abre un debate dentro de la comunidad científica sobre la intersexualidad. Los médicos no se ponen de acuerdo sobre las dudas que esta condición plantea en el plano legal. ¿Por qué se obliga a hacer explícito en documentos oficiales el sexo de una persona? ¿Merecen las personas intersexuales una categoría específica de género? ¿O sería más conveniente eliminar cualquier referencia a la condición anatómica y admitir que la realidad supera el dualismo hombre mujer?
Los hombres intersexuales presentan genitales ambiguos al nacer. Un micropene y la ausencia aparente de testículos, a menudo alojados internamente en las ingles, se confunden con una vagina hiperdesarrollada. Hace tres décadas estas personas eran designadas niñas y tratadas como tal en su infancia, hasta que su propia naturaleza masculina estallaba en la pubertad.
La intersexualidad femenina tiene varias representaciones como, entre otras, el síndrome de Morris o la Hiperplasia Suprarrenal Congénita, pero la mayoría de las afectadas guardan en secreto su condición. Algunas son mujeres con cromosomas masculinos (XY), algo que no descubren hasta la adolescencia, cuando no tienen la menstruación. Paradójicamente, muchas de ellas acaban escondiendo esta realidad bajo una apariencia hiperfemenina.
Entre dos sexos reflexiona también sobre las personas intergénero, un colectivo en el que sus miembros, pese a tener muy definida su sexualidad anatómica, no se sienten ni hombres ni mujeres. Es el caso de Julita, otra de las protagonistas del programa, y claro exponente de que la realidad de las personas supera la clasificación binaria entre varones y hembras.
Si quiere conocer a los tres protagonistas y sus historias, pasa página
Los protagonistas
Mario
Creció y vivió como María José hasta los catorce años. Nació con órganos genitales ambiguos y, a pesar de las dudas, los médicos decidieron que era una chica. Mario tuvo una infancia como cualquier otra niña, pero se sentía diferente. A los catorce años, en un viaje de fin de estudios, decidió que era un chico y que desde ese momento se llamaría Mario. Ahora, a sus treinta años y después de varias operaciones que le han convertido en el hombre que siempre se ha sentido, puede ver las fotografías de su infancia y aceptar todo por lo que ha pasado. María, su novia, supo desde el primer momento lo que su pareja pasó para llegar hasta esa nueva vida. Ahora esperan poder ser padres.
Gabriel
Creció con el nombre de Patricia hasta los dieciocho años. A esa edad, ante distintos trastornos, decidió tratar con especialistas y estos determinaron que, efectivamente, era un hombre. A diferencia de Mario, cuyo entorno fue muy comprensivo, en el caso de Gabriel no fue así. Sus padres, con los que no tiene relación desde hace años por este problema, nunca aceptaron su situación. Apenas guarda fotografías de su infancia, es una etapa que pudo empezar a aceptar a los treinta años. Ahora trabaja como psicólogo asesorando a chicos con distintos problemas sobre su identidad sexual.
Luz
Siempre ha tenido clara su identidad sexual. No tiene una ambigüedad genital externa. Su intersexualidad se llama Síndrome de Swyer. Esto significa que tiene el cariotipo masculino XY, en vez del femenino XX. Nació sin útero y no puede tener hijos, tampoco tiene menstruación. Estas y otras diferencias hicieron que fuera a los médicos y se pudiera detectar la diferencia de su cariotipo. Nuestra protagonista no ha querido dar su nombre real y tampoco ser reconocida. Admite que para una mujer esta condición es tremendamente dolorosa y no se llega a superar. Esto hace que no quiera dar a conocer públicamente su intersexualidad, aunque su vida es completamente normal. “Muchos miembros de mi familia, mi pareja y amigos, no saben nada de mi intersexualidad”.
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Entre dos Sexos:
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