Es escuchar a ex futbolistas como Michael Robinson (“para ser jugador de fútbol se requiere bastante testosterona”) o David Ginola (“jamás he visto a un homosexual en un vestuario en la ducha, si estuviese ahí solo miraría las vergas de otros”) y a Rubén López se le activa el gen activista. Tampoco hace falta demasiado. “Quiero evitar angustia a la gente”, confiesa. Pues bien, este vulcanólogo, miembro de la ejecutiva de la FELGTB y seguidor del F.C Barcelona, es uno de los encargados de portar la bandera de la visibilidad gay en nuestro país.
Su última iniciativa tiene mucho que ver con aquello que le entusiasma: “Una de mis pasiones era introducir el deporte en el activismo LGTB”, admite. En ello está. A mediados de los 90, descubrió un artículo que hablaba de la posible homosexualidad de su ídolo, Pep Guardiola, donde se trataba el tema con total normalidad. “Si alguien tan relevante como él podía ser gay y en la prensa deportiva catalana se aceptaba, esto me hizo plantearme que no era tan malo”.
Desde entonces no ha parado. Rubén capitanea la campaña #LaLigaArcoIris, que pretende protestar contra la homofobia en el deporte haciendo que futbolistas profesionales porten cordones color arcoíris en la jornada de liga del 21 y 22 de febrero. Al estilo de lo que sucedió en Inglaterra con el proyecto #RainbowLaces y que tuvo al Arsenal como principal apoyo, el objetivo es “derribar un muro que siempre ha estado ahí y que provoca que haya un tabú en el fútbol”.
La acogida está siendo asombrosa: “Tenemos futbolistas de todas las categorías”, confirma orgulloso. El Rayo Vallecano fue el primero en sumarse: “Contactamos con ellos a través de una peña, los jugadores estaban encantados y querían hacerlo de forma coordinada con el club”. A ellos hay que añadir dos futbolistas del Atlético de Madrid (Saúl y Raúl Jiménez), así como jugadores del Getafe (su portero Jonathan), Leganés, Córdoba, Cádiz, Racing de Santander o Real Murcia. “Una vez ha salido el Rayo, seguro que salen más”. Nuestro protagonista tenía razón.
Dicho lo cual, la pretensión no es que un jugador salga del armario y se le masacre. “Los cordones no está orientados al futbolista gay, sino al heterosexual que quiera ser aliado, eso es lo que buscamos, héroes y no mártires”, destaca por encima de todo. Que como las meigas, haberlos haylos, pero en ningún caso se les pretende presionar. “Tenemos constancia de que ha habido futbolistas profesionales gays que han acudido a asociaciones de la FELGTB en Madrid, queremos apoyarles para que hagan lo que quieran”. Y es que, como es lógico, “nadie quiere dar el paso porque no se saca ningún rédito”.
Con todo esto no se busca un trato de favor, solo que las condenas se equiparen a las sufridas por racismo y demás discriminaciones. “Cuando a un futbolista se le insulta por homofobia se calla, porque si hablas se pone en duda tu heterosexualidad”, relata resignado. Es necesario ponerse en la piel del deportista para hacernos a la idea de lo que se puede llegar a sufrir. “Cuando vas a entrar a tu trabajo, tus jefes, que son tus aficionados, te corean ‘maricón’ antes de empezar, y luego ponte a rendir”. Razón no le falta.
Pese a la indiferencia mostrada por la Liga de Fútbol Profesional, sí se ha llevado por primera vez a la Comisión Antiviolencia el caso del delantero del Valencia Álvaro Negredo, al que llamaron “maricón” en repetidas ocasiones. Ante la pregunta de si la sociedad está preparada para que un futbolista salga del armario, López lo tiene claro: “Sí, el mundo del fútbol podría aguantarlo”.
Como en España “no hay nada y falta todo”, su objetivo se eleva más allá de Chueca, donde tenemos otros problemas. “Queremos llegar donde nunca hemos llegado para que se hable de nosotros”, anhela. Su reto más inmediato, que se firme una carta contra la homofobia con 10 puntos básicos al estilo de las existentes en Inglaterra o Alemania, y cuentan con el beneplácito de Cameron y Merkel respectivamente. Que en vez de cabezas, rueden los balones.