Estoy a un paso de calificarle como homófobo y quedarme tan ancho. Últimamente, el Papa Francisco parece ganarse a pulso nuestra animadversión. Le hemos visto apoyar la prohibición del matrimonio gay en Eslovaquia, pero su última condena no tiene desperdicio. Para su Santidad, los transexuales son como “Herodes”, pues “manipulan sus cuerpos” y “desfiguran el rostro del hombre y la mujer” sin tener en cuenta el “orden de la creación”.
El texto, difundido este pasado jueves por la Prensa de la Santa Sede, incluía una comparación que no tiene desperdicio: “Pensemos en las armas nucleares, en la posibilidad de aniquilar en unos instantes un número muy elevado de los seres humanos (…) Pensemos también en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o la teoría de género, que no reconoce el orden de la creación (…) Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado, que va en contra de Dios el Creador”, explicaba Francisco.
Después de recibir a un hombre transexual extremeño hace unas semanas, “nuevamente Francisco, que es Bergoglio, insulta al colectivo LGBT comparando a mujeres y varones trans con armas nucleares, una desproporción y una ofensa que solo promueve el odio y la discriminación”, comentaba Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (FALGBT). Mientras, tal vez sea mejor optar por ignorar esta clase de comentarios.
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