El estudio ha sido realizado en 545 hombres con alto riesgo de contraer VIH por su condición homosexual y tipo de prácticas de riesgo. En él se demuestra que los tratamientos antirretrovirales funcionan perfectamente como profilaxis al virus del VIH, con un 90% de eficacia. Lo que abre el debate sobre la suministración de estos fármacos a personas con alto riesgo de contraer la enfermedad, un marco en el que están incluidos todos los hombres homosexuales que practiquen sexo con otros hombres.
Controvertido tema, si tenemos en cuenta que estamos hablando de un tratamiento médico de por vida, una terapia que ya se suministra a enfermos de VIH y que mantiene el virus indetectable, lo que les hace vivir como si no tuvieran la enfermedad, pero que no les cura definitivamente. Una medicación que, por otro lado, tiene ciertos efectos secundarios no deseados como vómitos, diarreas, depresiones y trastornos del sueño, además del inevitable impacto hepático que puede tener cualquier medicación a largo plazo. Esto sumado al gran coste económico hacía de esta alternativa una opción poco recomendable como profilaxis al virus.
Pero ahora el Reino Unido, como ya hace EE UU, se plantea el uso de estos medicamentos no como tratamiento a enfermos sino como profilaxis al contagio, administrando estos medicamentos a toda la población de alto riesgo, y por ende a todos los homosexuales.
El equipo de investigación afirma que sería similar a la píldora para las mujeres y no fomentaría las relaciones sexuales de riesgo, pero otros advierten que podría suceder lo contrario y que muchos individuos, confiados por la profilaxis del medicamento, descuidarían el uso de preservativos, lo que les expondría a otras enfermedades de transmisión sexual.
Otro tratamiento que podría servir en un futuro como profilaxis sería el de los anticuerpos hallados en las llamas, algo de lo que os hablabamos en otro artículo hace unos días: La llama, el animal que puede vencer al VIH.
La política del uso de antirretrovirales se ha descrito como un «cambio de juego» y el NHS (Sistema sanitario de Reino Unido) está considerando cómo adoptarlos en la práctica. Una necesidad de frenar la epidemia cada vez más extendida en el país. Según las estadísticas, en Londres uno de cada ocho hombres gays tiene el VIH, mientras que la cifra es de uno de cada 26 en el resto del Reino Unido. Un colectivo que se ha definido como de alto riesgo en el contagio del virus.
Dentro de las desventajas que más preocupan a los expertos está el aumento de prácticas de riesgo, por la errónea creencia de que por tomar la medicación ya no sea necesario el uso de preservativo. Como indica el estudio, su efectividad es solo del 90%, frente al 95% de los preservativos, además de no proteger contra otras enfermedades de transmisión sexual.
Algo parecido a lo ocurrido hace unos años cuando se descubrió que los enfermos tratados de VIH podrían llevar una vida normal, como si el virus no existiera, tomando solo una pastilla al día. Un hecho que animó amuchos a tener la estupida convicción de que podían practicar sexo sin protección, puesto que el sida ya no era una enfermedad mortal, y no tenían de qué preocuparse. Una peligrosa tendencia que os contabamos en este artículo: Sexo a pelo o barebacking, una peligrosa moda gay.
«Sin duda, pensamos que el NHS debería considerar esta posibilidad disponible», afirmaba el Dr. Anthony Nardone. «No me imagino a todos los hombres homosexuales tomando PrEP (profilaxis previa a la exposición) durante toda su vida, pero en la práctica lo que estamos haciendo es dar a estos hombres una opción, una herramienta para protegerse durante los periodos que constituyan un mayor riesgo».
Este es otro de los puntos que han querido aclarar algunos expertos. Quizá no sea necesario que estos hombres tomen la medicación durante toda su vida, sino solo en ciertos periodos de mayor exposición a la enfermedad, como pueden ser épocas de prácticas de riesgo, parejas serodiscordantes, etc. El inconveniente en este caso es la perdida de adherencia a un medicamento, es decir, que el uso discontinuo del tratamiento haga perder la eficacia del fármaco, dejando al antirretroviral inútil ante el virus del VIH y quedando expuesto sin saberlo. Por lo que no podría ser cortado y reanudado continuamente, sino más bien elegir uno o dos periodos de tu vida en los que quieres tomarlo como mayor prevención.
El estudio fue presentado en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas en Seattle, pero el total de datos aún no ha sido publicado en ninguna revista médica, por lo que desde Shangay no podemos daros más datos, de momento. Lo que sí podemos contaros son algunas de las declaraciones que se han hecho al respecto.
Charlie Witzel, de 27 años de edad, es un canadiense que vive en Londres y que tomó parte en el estudio. “Londres tiene una de las tasas más altas de VIH de Europa dentro de su población gay, así que me pareció una buena idea participar en esta investigación y sentirme más protegido ante una infección, el contagio del VIH es una preocupación que siempre está presente». Y añadió: “Creo que los medicamentos deberían estar disponibles, es como la píldora anticonceptiva para la mujer, creo que las personas son lo suficientemente maduras como para evaluar en qué periodos de su vida están más expuestas y cuándo ya no lo necesitan porque han decidido entrar en una relación monógama, por ejemplo”.
Se calcula que los medicamentos supondrían unas 360 libras al mes por persona, unos 500 euros, y el tratamiento se haría con Truvada, compuesto de dos principios activos. Algo más barato que el tratamiento antirretroviral de los enfermos de VIH, que combina más fármacos en una misma pastilla.
La presidenta de la Sociedad nacional del SIDA, Deborah Gold, declaró: «Si podemos evitar que la gente adquiera el VIH dándoles PrEP, tenemos el deber ético y legal de hacerlo”.
Además, si se tiene en cuenta el importe del tratamiento para la prevención del VIH, frente a los gastos médicos que supone un enfermo de VIH a lo largo de su vida, nos encontramos ante un ahorro considerable.
El «cambio de juego», como lo han bautizado, será un arma adicional al preservativo, nunca un sustituto. Tampoco se trata de una vacuna, como advierten algunos expertos: «No va a ser para todos, dependerá de las circunstancias de cada paciente, pero una vez aprobado, se espera que aumente significativamente los resultados en nuestra lucha contra el virus».
Ahora la polémica queda abierta entre partidarios y detractores a la iniciativa. No obstante, el NHS prepara ya la implantación de esta posibilidad del PrEP, y tratarán de que sea una realidad disponible lo antes posible para todos aquellos que lo necesitan. Parece que, una vez más, estadounidenses y británicos toman la iniciativa… y nosotros esperamos los resultados.