Indignante. María José es una joven transexual de 14 años a la que no se le deja ir a misa en Umbrete, Sevilla. Si ya encima tienes la osadía de apuntarte a un homenaje donde las mujeres se visten de flamencas con motivo de la feria del Mosto y la Aceituna, pues pasa lo que pasa. Bueno, que no pasas.
Fray Guillermo, el párroco homófobo de la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación, parece ir en la línea de las últimas declaraciones del Papa Francisco, que ni corto ni perezoso se apresuró a comparar a los transexuales con armas nucleares. Y claro, ese miedo fue el que provocó que a María José se le impidiese la entrada al consistorio, lugar de la celebración de la eucaristía.
«El cura teme que la gente del pueblo se le eche encima por permitir la entrada en la iglesia de un chico vestido de flamenca», afirmaba José Llorente, concejal de fiestas del Ayuntamiento, al periódico 20 minutos. Para intentar arreglarlo, a María José se le ofrecieron las llaves de la casa consistorial, pero para ella ya era tarde: «No quiero las llaves del consistorio. No me tengo que esconder de nada. Me quedaré en la puerta de la iglesia».
Su madre pidió la suspensión del acto, pero al final triunfó la transfobia. Como suele ocurrir en estos casos, y para rematar, aparece en escena el máximo responsable, tarde y mal. Así, el alcalde de Umbrete, Joaquín Fernández, expresaba no estar «de acuerdo con el párroco ni con que se discrimine a nadie por razón de sexo. Tenemos un respeto absoluto hacia este colectivo». Ya era demasiado tarde.