“La homofobia es una de las mayores faltas de respeto que hay en la sociedad”. Alejandro López y su equipo lo tienen claro y están dispuestos a cambiar las cosas desde la adolescencia. Así, dentro del programa Montando el Local (perteneciente a la Mancomunidad de Servicios Sociales de Mejorada del Campo – Velilla de San Antonio) tienen entre ceja y ceja “conseguir igualdad y asertividad entre personas de gustos diferentes, no solo al ámbito sexual”. Hace falta más gente así.
El proyecto, llamado Changemakers, está enmarcado dentro de una propuesta de la red internacional de emprendedores Ashoka, que sin ánimo de lucro apuesta por la innovación social en 84 países. Luego ellos, que tienen entre 13 y 17 años, son libres de elegir: “Nos agrupamos según los problemas que más nos importan en nuestra sociedad”, explica. De esta manera, Adrián, Samanta, Anabel, Mario, Josemi y el propio Alejandro no dudaron a la hora establecer prioridades. “Si los jóvenes no hacemos nada por la gente de nuestra edad, ¿quién lo va a hacer por ellos?”, se pregunta de forma retórica. Y tiene razón.
Un término con el cual se familiarizan: gay bashing. O lo que es lo mismo, la burla, mofa o en definitiva, discriminación al homosexual dentro del ámbito escolar. En erradicarla focalizan todos sus esfuerzos pues es necesario “concienciar acerca de que no es nada malo ser gay”. Tan sencillo como a veces incomprensible para algunos.
Los datos en cuanto a consecuencias fatales son confusos. De hecho, el VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014 solo hace refencia a la discriminación social por motivos de ética o raza. Pese a ello, en los 6 primeros meses de 2014 se registraron en nuestro país 235 casos de incidentes motivados por la orientación sexual. Si a ello le añadimos que no es descabellado pensar que alguna fatalidad pueda acabar en suicidio, atisbamos motivo suficiente para que Alejandro y sus compañeros decidieran pasar a la acción.
“Ayuda y apoyo”. Dos palabras con las que pretenden prestar un servicio útil y cercano. Y no están solos: “Estamos en contacto con la FELGTB, COGAM, Colegas, GAMA LGTB, Fundación 26D y APERCOM (Asociación de Periodistas y Comunicación LGTB)”, asociaciones activistas de sobra conocidas con las que buscan orientación a la hora de encarar casos concretos. Miedo y temor no tienen cabida en su vocabulario, todo lo contrario: “Estamos orgullosos de nuestro trabajo”, sentencia con seguridad.
Precisamente, uno de estos episodios que afectó directamente a un amigo cercano fue motivo de inspiración. Raúl, que ya cuenta con 35 años, conoció a Miguel con 5 años y desde entonces se hicieron inseparables. Como el roce hace el cariño, al descubrir su sexualidad se dieron cuenta de que la amistad empezaba a convertirse en atracción, lo que desató la homofobia de sus compañeros. Como podéis imaginar, “maricón” era la más suave de las lindezas pronunciada. En ese momento, habría necesitado la ayuda de este grupo de adolescentes, pero tuvo que convivir con el calvario hasta que la madurez floreció y el tiempo enterró los fantasmas. No había más tiempo que perder.
Su primera acción nos traslada al campo de lo audiovisual. Han elaborado un corto titulado Live and Let Live (Vive y deja vivir) con el que pretenden una mayor difusión de todas sus intenciones. Más allá de la técnica, debe calar un mensaje que aboga por la igualdad y la erradicación de cualquier tipo de exclusión, sexual en este caso.
Como todo en esta vida, habrá a quien no le guste y les quiera perturbar, pero por cada uno de ellos “veinte nos sacarán una sonrisa”. Y el futuro es aún más apasionante: “Queremos crear un proyecto relacionado con la homofobia y la comida, llamado ¿Qué mas da lo que te guste?¡Lo importante es que te lo comas!”, señala para concluir. Imposible ponerles un pero. Enhorabuena.
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