J.M. Manzanares: "Madonna está bien asesorada"

La primera fiera que se rindió a los pies de José Mari Manzanares fue el rottweiler que tenía su familia en casa. Enorme es una palabra que se le quedaba pequeña. Lo único que no hizo nunca fue torearlo, pero le montaba a caballo, le quitaba la comida y a veces, incluso, llego a comérsela […]

31 marzo, 2015
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J.M. Manzanares: "Madonna está bien asesorada"

La primera fiera que se rindió a los pies de José Mari Manzanares fue el rottweiler que tenía su familia en casa. Enorme es una palabra que se le quedaba pequeña. Lo único que no hizo nunca fue torearlo, pero le montaba a caballo, le quitaba la comida y a veces, incluso, llego a comérsela delante de él. El perro jamás se atrevió a tocarlo. “Se hacía respetar”, dice Manzanares. “Gruñía a casi todo el mundo, y solo dejaba que me acercara yo. Murió de viejo cuando yo tenía unos siete años”. Ahora, con 33, entra en una plaza de toros a intentar que los dos toros a los que tiene que enfrentarse cada tarde le den la gloria y la vuelta al hotel, sano y salvo. Aquel perro nunca le dio miedo, pero el toro ya son palabras mayores. “Siempre que me pongo delante del animal, de una forma u otra, me ronda la idea de que va a cogerme, pero intento dejarla a un lado”.      

Además de la cornada que sufrió en la plaza de toros de Alicante en 2007, este joven ha sufrido tres importantes palos en los que no ha estado directamente implicado un toro: un corte accidental con la espada en la mano ha provocado que haya pasado por quirófano más de una docena de veces, poco después de que un mosquito le picara en Colombia y le contagiara el dengue, que le tuvo varios meses apartado. Pero el más duro ha sido el último: la muerte de su padre, una leyenda del toreo que se fue con tan solo 61 años. “Ha sido triste y duro, porque ha sido el referente que me lo ha enseñado todo. Aún me cuesta según qué cosas, tengo momentos complicados”, reconoce.


Making of de José Mari Manzanares para Shangay Style from shangay.com on Vimeo.

 

Con su reaparición el 13 de marzo en Castellón se abre una nueva etapa de su vida en la que torear no será igual que antes. “Me acuerdo de lo bueno. Me decía que aún no había conseguido dar todo de mí. Hemos tenido nuestras cosas porque teníamos el mismo carácter y chocábamos, pero todo lo que sé y he vivido desde que me llevaba con él al campo con 3 años está lleno de momentos felices en los que todo es él”. Como dice él mismo, su padre fue un ser especial hasta para irse. “Me iba a México a torear y hablamos por teléfono justo antes de montarme en el avión, a eso de las 23’30h. Me dijo que me cuidara, tuviera buen viaje y le llamara nada más aterrizar. Cuando aterrizamos, tenía varias llamadas de mi hermano Manolito, intuí que algo no iba bien… Fue todo muy rápido, de repente él ya no estaba. Me puse muy nervioso, así que me fui al hotel mientras esperaba el primer avión que me trajera de vuelta a España de nuevo. Voy a tardar en superarlo, pero como siempre rezo antes de torear, sé que su energía va a estar siempre en mí. Va a ser una temporada tremendamente especial, no pienso en hacer nada diferente ni lograr nada a título personal. Todo estará dedicado a él”.


«TODOS TENEMOS ALGO INTERIOR QUE TRANSMITIR A LOS DEMÁS, EN MI CASO PUEDE QUE MI FORMA DE SER LLAME LA ATENCIÓN, CIERTOS GESTOS…»


Que los toreros están hechos de otra pasta es una impresión unánime, tanto de aficionados como de detractores de la fiesta. “Es una forma de vida. El torero es torero toda la vida, aunque se retire. Es más, yo lo llamaría descanso más que retirada”. Claro, si luego la mitad vuelven… “Ya no es solo eso. El hecho de jugarte la vida todas las tardes te crea un carácter peculiar. Más que personas difíciles, yo diría que somos especiales”.

J.M. Manzanares: "Madonna está bien asesorada"

Vive a caballo entre Alicante y el campo, en Cáceres y Salamanca, donde entrena. Y mucho. “Me levanto y paso algo más de una hora corriendo. Después hago una tabla de gimnasia para brazos, cintura, piernas, tobillos y caderas, de unos tres cuartos de hora. A continuación realizo una tabla de abdominales y luego unos tres cuartos de hora estirando. Por la tarde, si no toreo vacas o toros, lo hago de salón casi tres horas, simulando, para perfeccionar”. En esa simulación encuentra el torero el camino a lo que quiere llegar a ser. Porque ser matador no deja de ser una carrera de búsquedas. “El torero se va buscando a sí mismo en cada faena. Se necesita un periodo de tiempo para encontrarse, y así desarrollar el toreo como uno lo siente. La técnica se puede aprender, pero torero se nace porque hace falta, además, sentimiento y profundidad para transmitir”.

 

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SHANGAY ⇒ ¿Y cómo se vive esa situación en los momentos bajos?

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Aprendes a aceptar las cosas tal y como vienen. Te entran ganas de torear, incluso de dejarlo… Torear cada tarde y jugarte la vida es muy difícil. A lo mejor me contratan en febrero para torear en agosto, y no sé cómo voy a estar ese día, porque a lo mejor me levanto y lo único que quiero es no moverme, pero hay que hacer el esfuerzo. Por eso hay momentos en que es muy duro vestirse de luces. Pero bueno, busco mis motivaciones.

SHANGAY ⇒ ¿Por todo este tipo de cosas se acaba en un psicólogo?

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ No, yo voy al psiquiatra. Se llama Indalecio, me ha ayudado mucho. Se convirtió en un buen amigo, de ahí a compadre, y ha terminado siendo el padrino de mi hija.


«LO QUE ME HACE SENTIR MÁS LIBRE ES NO ESTAR CONECTADO A NADA»


SHANGAY ⇒ ¿Te ha ayudado a entender más a las personas o tu mundo taurino?

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Las personas mienten mejor que los toros. Hay muy pocos toros que sepan mentir bien. Algunos te engañan y son capaces de hacerte ver que eran de una manera y luego son de otra. Las personas son más complicadas, porque al ser inteligentes tienen más maña para la seducción y la interpretación, y te pueden hacer creer cosas que luego no son. Intento, intento estudiarlas, pero no…

SHANGAY ⇒ Vamos, que te has llevado más sustos de seres humanos que de toros.

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Bueno, también. Y muchas decepciones. El toro lo que tiene es que pronto te puede decir cómo es, realmente te lo demuestra pronto. Y las personas no; hay algunas que tardan años en demostrarte quiénes son, y cuando tú te entregas a alguien y te decepciona, pues claro… En definitiva, sí: engañan más las personas que los toros.

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Si hay un tema en el que José Mari se defiende bien es en la defensa a ultranza de las corridas de toros como bien cultural. Hablarle de movimiento antitaurino, para él, es hablar de algo que está a punto de entrar a formar parte del pasado. “Creo que está disminuyendo. Hace dos o tres años hubo un movimiento fuerte, pero ha amainado. De hecho, creo que van aumentando más jóvenes taurinos. De un tiempo a esta parte, cada vez veo más gente joven en los toros, y eso me alegra muchísimo porque antes la media de edad en los toros era muy alta. Y es muy importante ver gente joven a la que le gusta, que lo defiende e intenta explicarlo. Muchas veces los ataques que sufrimos son absurdos por los argumentos que utilizan, incluso muchos son falsos. Entonces es bonito ver cómo gente joven, gente nueva, se involucra tan fuertemente en la defensa de lo que a ellos les gusta. Y creo que van creciendo cada vez más los aficionados taurinos”.

 

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Porque cuando la discusión se centra en el maltrato animal, Manzanares argumenta con mesura: “Vamos a pensar bien las cosas. A un cerdo se le engorda y se le pega una cuchillada en el cuello y nadie dice nada, los pollos los electrocutan para comérselos y nadie dice nada”. Así que el debate no lo tiene claro sino clarísimo: “Los toros nunca van a desaparecer, es algo demasiado fuerte para los que lo sienten. Yo respeto a quienes no les gusta. Hay gente para todo. Pero por mucho que se debata, no hay debate”. Hasta que lo abre Pedro Sánchez, candidato del PSOE al Gobierno, y dice en televisión que jamás se le verá en una corrida de toros. “Los políticos dicen lo que quiere escuchar el otro interlocutor o lo que más votos les dé, no les creo mucho. Se trata de decir lo que en ese momento interesa, y al cabo del tiempo ya ven si cambian su decisión”.


«NO PIENSO EN HACER NADA A TÍTULO PERSONAL ESTE AÑO. TODO ESTARÁ DEDICADO A MI PADRE»


Hijo de un mito del toreo y una subcampeona de España de natación, José Mari recuerda perfectamente la segunda vez que estuvo delante de un toro (porque la primera aún estaba en el interior de su madre, en pleno embarazo). Ocurrió durante el día de su primera comunión, a los 7 años. Su padre soltó una becerra pequeña durante la celebración pero, claro, al pequeño le llegaba al cuello. “Sí, recuerdo que fue gracioso porque él solo me decía ‘p’alante, p’alante’, y yo no dejaba de ir para atrás y para atrás”. No volvió a torear un par de becerras hasta los 14 años, pero quedó en eso. Estuvo hasta los 19 años sin decir una palabra a nadie, ni siquiera a los más íntimos. Quería estar seguro de que el toro era su mundo, que nadie pudiera creer que se trataba de un capricho.

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Comenzó a estudiar Veterinaria para comprobar que no era lo suyo. Su decisión pilló a todos por sorpresa, aunque seguramente su hermana Yeyes, con la que solo se lleva 13 meses, lo viera venir. Al igual que su padre. Tienen ambos toreros cosas en común, obviamente. El joven Manzanares es, como le dijeron en Sevilla, un torero de mieles, duro pero suave, dulce pero seguro, lento pero sin pausas, capaz de estirar el tiempo que dura su faena sin que nadie en la plaza se dé cuenta. Se viste en el hotel con poca ayuda y se relaja camino de la plaza escuchando en la furgoneta los últimos discos de Alejandro Sanz y Antonio Carmona. Come bien, pero nunca rabo de toro, no le gusta, le parece demasiado gelatinoso. Y, ya en la plaza, se pone frente a la bestia para conocerla en los 20 minutos que estará frente a ella. “Los toros son como las personas, los miras y se les conoce. Los hay con cara de buenos y de malos”.

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La fuerza de su arte es paralela a la de su físico, fibrado y de rostro anguloso. Manzanares relaciona ambos aspectos, pero enfocados a su propio mundo. “Soy un hombre coqueto porque me ayuda a estar más seguro de mí mismo. Siempre he sido inseguro, por timidez, pero los toreros se lo tienen que creer para transmitir, ya sea belleza o emoción. Si me siento artista, torero, la gente se emociona más. Si me siento guapo, la gente te ve más guapo. Yo he aprendido a tener confianza en mí, para transmitir. Y ahí entra el ser presumido. Todos tenemos algo interior que transmitir a los demás, cada uno tiene algo. En mi caso, no sé, puede que mi forma de ser llame la atención, ciertos gestos… Todo el mundo tiene algo que engancha, solo hay que descubrir qué es: la mirada, un gesto, una forma de hablar, de moverse… Para mi profesión es fundamental ser atractivo en todos los sentidos, captar esa atención, crear morbo”. Cuando ha pronunciado la palabra ‘profesión’ ha titubeado, su mirada se ha vuelto extraña. “Sí, es que se me hace raro hablar de los toreros en esos términos. Trabajar desde luego no es la palabra, no me lo tomo como tal. No sería justo llamar a los toreros trabajadores, es algo más profundo que todo eso”. Pero al morbo sí que le llama por su nombre. A José Mari le gusta gustar, y no lo disimula. Sin excepciones. “Puedo gustar a hombres, mujeres y perros, y no hay ningún problema. Entre ese nuevo público joven que va a los toros hay muchos gays, y ni eso ni participar en un reportaje para Shangay me supone el más mínimo problema. Es más, estoy feliz. Este mundo del toro a veces es demasiado cerrado, y le da miedo enseñarse como es. ¡A ver si es que por ser torero se supone que tengo que hacerle la cruz a un chico porque le gusten los chicos!”.

 

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SHANGAY ⇒ Definitivamente, eres el más moderno de los toreros.

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Bueno, es mi forma de ver la vida. Y eso que soy muy clásico a la hora de torear, pero con otras cosas no tanto. Siempre he querido que mi mundo se expandiera, que mediante las entrevistas, las redes sociales y la moda pudiéramos traspasar fronteras y llegar fuera, donde creo que es esencial hacernos ver. Tengo muchísimas ideas para que el toreo se conozca más y crezca. Y bueno, está claro que mi forma de vestir no es precisamente la más clásica… Para mí la moda es una fuente de inspiración, y que la gente pueda ver parte de ese mundo dentro de él me encanta.

SHANGAY ⇒ Y supongo que no darías crédito al ver el videoclip y las primeras actuaciones del nuevo disco de Madonna, vestida de luces y sombrero cordobés…

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Bueno, a mí el videoclip de Madonna y cómo se ha llevado la estética taurina me parece increíble. Es una artista a la que admiro muchísimo, sobre todo porque ha sido muy valiente para hacer lo que ha querido a lo largo de más de 30 años. Sé que a ella le gustaban los toros porque recuerdo que ya rodó en Ronda un videoclip con el torero Emilio Muñoz, pero no imaginaba que podía hacer un guiño tan potente de nuevo. La he visto moverse y pasear el capote y, desde luego, parece que ha estado bien asesorada.


«HE VISTO EL VÍDEO DE MADONNA, Y PARECE QUE HA ESTADO BIEN ASESORADA»


A José Mari le gusta enfatizar que todos estos temas siempre son un complemento a su mundo real, el taurino, aunque desde hace unos años mantiene un importante pulso con su nueva familia. Casado desde 2010 con su novia de siempre, Rocío, tienen ya dos hijos, José María y Julieta, de 3 y 2 años. “Ahora, cuando acabo una corrida, tardo cinco minutos en ducharme, tirar para casa y cuando llego los despierto, sea la hora que sea. Sé que no es políticamente correcto decir esto, a mi mujer le da pena, pero los despierto y les doy un beso. Sí, porque me gusta verlos, me gusta llegar de viaje y, sobre todo, en el silencio de la noche, cuando todo está callado, nada más que en el silencio, llegar y verlos dormidos. Siguen durmiendo conmigo, eh, con nosotros en la habitación”.

SHANGAY ⇒  ¿Los dos?

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ Los dos, me niego a sacarlos.

SHANGAY ⇒  Eso no ayuda a seguir teniendo hijos…

JOSÉ MARI MANZANARES ⇒ No, pero yo estoy feliz. Él duerme a mi lado, antes dormía al lado de mi mujer cuando estaba solo, pero cuando nació la niña lo pusimos a mi lado y ella duerme al otro. Y es un cachondeo, yo me meo de risa. Porque a lo mejor, de golpe y porrazo, de madrugada empieza a llamarme y lo cojo y me lo meto conmigo. Me lo paso muy bien con ellos.

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Veo tal presencia del mundo de los toros en su vida que, antes de irnos, me gustaría saber qué hubiera sido de su vida en caso de no haber cuajado dentro de su profesión. Y resulta que se le da bien la velocidad, hasta el punto de que tiene claro que, de no ser torero, Fernando Alonso estaría temblando. “Si alguna vez me apetece voy a un circuito, prefiero conservar mis puntos del carné [risas]. En el fondo, salvo el golf, más cerebral, necesito hacer cosas emocionantes, necesito el riesgo”. Quizá era eso lo que buscaba con cada jugarreta que le hacía a aquel rottweiler, que casi seguro era quien más miedo tenía de los dos.

 


FOTOS: JAUME DE LAIGUANA.
ESTILISMO: FRAN MARTO
MAQUILLAJE Y PELOS: FRANCISCO CON PRODUCTOS LA BIOSTEHIQUE
AYTE. FOTOGRAFÍA: PIERRE BONNET / JUAN CARLOS CUELLAS
EFECTOS ESPECIALES: NASA FX
AGRADECIMIENTOS: TEATRE PRINCIPAL (BARCELONA)

 

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