La institucionalización de la heterosexualidad en el mundo sigue presente en pleno siglo XXI. Admitámoslo, el mundo está formado por una mayoría heterosexual, no tiene nada de malo.
Hasta aquí todo bien, ¿pero qué necesidad hay de tratar al resto, es decir, los que somos minoría, como bichos raros? ¿Quiénes se han creído para formular preguntas tan impertinentes como estúpidas?
No, heterosexuales del mundo, no son ustedes más gayfriendly por acribillarnos a preguntas inapropiadas sobre nuestra homosexualidad. Esto no es tratar con normalidad el tema, esto es más bien hacer notorio tu arsenal de prejuicios, tu ignorancia y tu falta de empatía como amigo.
Los hay que incluso se ofenden si un tercero les llama la atención: “Creo que esa pregunta está fuera de lugar”. A lo que ellos siempre responden: “Es que quiero saber”. Mi consejo es que si quieren saber se documenten por Internet, visualicen una película porno gay o lean libros al respecto.
A veces parece que los heterosexuales dan por hecho que el mundo es suyo, y que nosotros las minorías, ‘los raros’, debemos darles respuestas ante todo lo que ellos no son capaces de comprender.
Pues bien, ya basta, con comentarios como: “A mí no me importa que seas gay, no voy a dejar de quererte”, estaría bueno que me dejaras de querer por mi orientación sexual. O la afirmación: “Yo no tengo problemas con los homosexuales”, bien, porque nosotros, en principio, tampoco los tenemos con los heterosexuales. O el que más me gusta, “Yo no soy homófobo, tengo un montón de amigos gays”, sí, amigos a los que llamas maricón o increpas con inoportunas preguntas, eso no es ser tolerante y tampoco un amigo.
Hagamos una recopilación de las preguntas e impertinencias más comunes de las que somos víctimas por parte de los heterosexuales:
1. ¿Quién de vosotros es la mujer y quién el hombre?
Pues bien, en nuestro caso resulta que somos dos hombres o dos mujeres. Es el principio básico de la homosexualidad. Aquí no hay un rol de hombre y otro de mujer, por favor ahorraos estas estupideces.
2. ¿Te han penetrado alguna vez?
Es tan absurdo como preguntarle a tus amigas si las han penetrado alguna vez, ¿acaso le pregunto yo a tu novia o mujer si la han penetrado alguna vez? Es algo tan inoportuno que deberías pensar antes de preguntarlo.
3. ¿Has probado a acostarte con una mujer?
En este caso la pregunta depende del contexto, si se hace como curiosidad vale, pero si la pregunta parece tu solución a ‘mi problema’ te diré :“¿Has comido caca para saber si te gusta?”. Pues esto es igual, hay cosas que uno sabe que no le gustan sin haberlas probado.
4. ¿Naciste gay o te hiciste?
Esta pregunta se la hacen sobre todo a personas que hayan mantenido relaciones heterosexuales antes de desarrollar su homosexualidad. Como siempre decimos, cada persona es un mundo, y cada caso es particular. No obstante, sean cuales sean las circunstancias de cada uno, es sumamente impertinente preguntar si eres “gay por vicio” (como designan algunos heteros a este tipo de gays, para diferenciarlos de los que “nacen”). En nuestra humilde opinión, cada uno desarrolla su homosexualidad a su debido tiempo y dependiendo de las circunstancias que rodeen su caso, pero el vicio y el aburrimiento no nos parecen los detonantes.
5. ¿Pero te gustaría ser una mujer?
No, me encanta ser un hombre, si desease ser una mujer sería transexual. Transexualidad y homosexualidad son dos cosas completamente distintas. La primera hace referencia a la identidad de género, y la segunda a la orientación sexual. De hecho se puede ser transexual y homosexual, si fuera mi caso –que no lo es– me sentiría mujer y me gustarían las mujeres.
6. ¿Es definitivo o solo estás pasando por una etapa? A lo mejor estás confundido.
Esto es lo que es y lo que hay, de momento y a día de hoy, si mañana hay cambios ya te los comentaré. Además, ¿una etapa hacía qué?
7. ¿Eres gay? ¡Qué desperdicio!
Este comentario es tan ‘agudo’ como repetido por las mujeres. No, no es un piropo decirle a alguien que por su condición sexual, no compatible con la tuya, es una persona desaprovechada en el mundo, tampoco si tu intención es alabar sus atributos.
8. ¡Los gays sois tan sensibles!
A ver, debe quedar claro que la sensibilidad depende de la persona y no de su orientación sexual.
9. ¿No tienes miedo de infectarte del VIH?
El mismo que deberías tener tú, el VIH no solo afecta a los gays, presuponer esto es una auténtica temeridad por tu parte.
10. ¡No pareces gay, tú no tienes pluma!
No todos los gays tenemos pluma, no todos los gays están cachas, no todos los gays saben de moda, no todos los gays escuchan a Madonna (bueno, quizá esto último sí). Hay tantos tipos de gays como tipos de personas en el mundo, está claro que tenemos rasgos culturales comunes, pero no tan fuertes como para englobarnos en una cultura única. Desde osos, hasta modernos, intelectuales, jugadores de fútbol, aficionados a los videojuegos, guapos, feos, horteras, plumíferos o muy masculinos.
11. ¡Tengo un amigo que es gay!, te lo voy a presentar. ¡Eres perfecto para él!
Que tu amigo y yo seamos gays será probablemente lo único que tendremos en común. Es absurdo pensar que dos personas van a congeniar bajo la premisa de que comparten orientación sexual, como si fuera tan fácil encontrar pareja.
12. ¿Tú crees que el primo de Juan es gay?
No somos radares de ondas homosexuales. Es cierto que tenemos más juicio para discernir si una persona es gay o no ante las evidencias, pero no es una capacidad innata, más bien es algo que aprendemos con el tiempo, y que por supuesto, no nos da la facultad de sentenciar quién lo es y quién no.
13. Siempre quise tener un amigo gay.
Ah, sí, ¿y por qué? No, no, déjame que lo adivine: para ir de compras, hablar de chicos y que te asesore sobre interiorismo en tu nueva casa. ¡Basta de tópicos absurdos! Repito de nuevo: hay gays que son pésimos decoradores, que odian ir de compras y que adoran el fútbol. Y por cierto, dudo de que mi experiencia con los chicos y la tuya tengan algún punto en común.
14. Cuando un amigo te dice «¡hey tío, a ver si te vas empalmar conmigo!»
Presta atención: que sea homosexual no quiere decir que me gusten todos los hombres, ni que tú seas mi prototipo.
15. ¿Es verdad que tienes el punto G en el culo? ¿De verdad da placer?
Corregimos, “tenemos”, pues no es una característica fisiológica de los hombres gays sino de todos los hombres. Si tienes tanta curiosidad no es necesario ser gay, basta con un dildo o el dedo de tu chica, y ya me cuentas luego si te ha dado placer.
16. Cuando tienes pareja y te preguntan: ¿Os intercambiáis los calzoncillos?
Claro que sí, y cuando cagamos nos limpiamos mutuamente. ¡No sean absurdos! Sí, quizá nos pillamos una camiseta, un pantalón, o si no te quedan calzoncillos coges uno de los suyos. Pero ni es una superventaja ni andamos todo el día con la ropa del otro puesta.
17. A mí no me importa que seas gay, pero adoptar no me parece bien. Una cosa es lo que tú hagas con tu vida y otra que lo sufran los demás.
Primero, y sin entrar en juicios sobre quién sería mejor padre, el derecho del niño huérfano a tener unos padres que lo quieran está por encima de los prejuicios que tengan las que se hacen llamar «familias tradicionales». Segundo, la orientación sexual que yo tenga no tiene absolutamente nada que ver con la educación y amor que yo le pueda dar a ese niño. Tercero, ¿qué se supone que van a sufrir estos niños que no lo puedan sufrir los tuyos?
18. ¡Ojalá fuese gay, lo tenéis tan fácil para pillar!
En serio, chicos heteros, si eres feo y no pillas en el mundo heterosexual, olvídate del mundo gay. Los hombres homosexuales somos mucho más exigentes que las mujeres, si allí te va mal, seguramente aquí te ira peor.
19. Si fuese gay me acostaría con todo el mundo.
Eso es tan absurdo como decir que si fueras mujer te acostarías cada día con un hombre diferente. Habrá quienes sean más promiscuos, pero esto no siempre es una ventaja.
20. ¿Estoy bueno? ¿Tú te acostarías conmigo?
Bueno, te puedo dar mi opinión sobre si estás bueno o no, e incluso te puedo declarar mis intenciones sobre montármelo contigo en la cama. Ninguna de las dos preguntas viene a cuento, a no ser que estés interesado en probarlo conmigo, si no es así, ¡deja de preguntármelo! Me estás incomodando.
Este es solo un pequeño resumen de lo que tenemos que soportar cada día en una sociedad donde hay gays y «normales» (como se definen ellos). Lo increíble es que en la mayoría de las circunstancias piensan que están siendo muy gayfriendly con nosotros. Esto explicaría por qué la comunidad LGTB tiende al gueto y por qué a veces resulta más fácil no tratar abiertamente nuestra homosexualidad frente a los compañeros de trabajo.
Por descontado, se nos han quedado muchas frases en el tintero, por eso invitamos a nuestros lectores a compartir sus aportaciones, y así hacer de este artículo una apelación a la reflexión antes de abrir la bocaza.