ILUSTRACIONES: Twitter de Alfonso Casas
1. Queremos ir demasiado rápido
Es bien sabido que los mejores guisos se cocinan a fuego lento. ¿Por qué nos empeñamos en convertir nuestras historias de amor en una especie de Grand Prix? Queremos vivir cada día intensamente, colmarlo de momentos emocionantes, apasionados y únicos. Y claro, mantener un estado de constante luna de miel es imposible. Relax, el amor también entiende de rutina. Si no lo asimiláis, la vaquilla del aburrimiento os pillará muy pronto.
2. No vemos más allá de nuestro ego
Todos tenemos un nivel de egocentrismo, esa parte de nuestro ‘yo’ que piensa en nuestras necesidades en primer lugar. Es bueno tener autoestima y quererse, pero no hasta el punto de creer que todo gira a nuestro alrededor, centrarnos en nuestra basura y no llegar a empatizar con los demás. Nuestra pareja, o candidato, se cansará de salir con la versión low cost de Madonna. Nadie quiere estar con alguien que pone nuestro bienestar e intereses al final de la lista.
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3. Hemos sucumbido a la cultura del sexo casual
Algunos ya no os acordaréis de cómo era la vida sin smartphones. El sexo no siempre estuvo tan al alcance de la mano. Tal vez por ello pensáis que no merece la pena centrarse en un solo pene teniendo un universo de falos girando a vuestra disposición. Error. Aunque, claro, si piensas así, si no sabes ver las ventajas del sexo en pareja, tal vez es que no estás preparado para una relación estable. ¿O quizás estás atrapado en la espiral del sexo casual? Ningún problema, pero luego no vengas quejándote de mal de amores.
4. No somos coherentes con nuestras pretensiones
Es imprescindible saber lo que buscamos. Enfocar nuestras energías es el primer paso al éxito. No les frías la cabeza a tus amigas asegurándoles que estás buscando el amor si cada día quedas con uno a través de Grindr. Tampoco vayas de ‘vividor follador’ si el sexo casual no te hace sentir cómodo. Sé sincero, guarda los postureos. No solo por los que te rodean, principalmente por ti. No mareéis a Cupido en vano.
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5. Queremos vivir en una película de Disney
Nuestro príncipe azul no va a venir a rescatarnos a nuestro castillo porque, si piensa como nosotros, probablemente esté en su propio castillo aguardando a que seamos nosotros los que le rescatemos. No todos los cuentos son ‘Un mundo ideal’ donde el destino hará que irremediablemente Bella acabe con Bestia, coman perdices y vivan felices para siempre. El destino necesita que pongamos de nuestra parte. No vayas de princesa Disney y baja de tu torreón. Sin cebo, los príncipes azules no pican.
6. Nuestros estándares de perfección son imposibles de alcanzar
Partamos de una base ¿Te has mirado al espejo, te conoces? Tú no eres perfecto. Está bien tener una pequeña lista de requisitos que exigir a nuestro futuro marido. Pero si la lista se hace interminable, algo está fallando. Prioriza tus expectativas y elimina las que sean secundarias o simples caprichos. El hombre perfecto no existe, así que quédate con lo esencial o acabarás eternamente decepcionado en tu búsqueda.
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7. No sabemos escuchar a los ‘veteranos del amor’
Seguro que conoces a gays que llevan felizmente emparejados unos cuantos años. ¿Cuál es su secreto del éxito? ¡Pregúntales! Escucha a los’ veteranos del amor’. No quiere decir que sus consejos o su historia vaya a ser la Biblia que guíe e ilumine tu sendero, pero probablemente con su experiencia consigas una nueva e interesante perspectiva de lo que también es el amor.
8. Damos por hecho que el amor es fácil
Ya os lo hemos dicho, el amor no es un camino de rosas. A veces es confuso y casi nunca es igual para todos. Cambia con el tiempo. Es pasión, es aventura, es amistad, es compañía… El amor es muy complejo, y ese es su verdadero valor. Asume cada etapa como viene y aprende a disfrutarla. A veces te sentirás perdido, pero nunca dejes que eso te impida estar dispuesto a amar y a ser correspondido. Es lo más grande que te puede pasar. ¡Ya lo decían en Moulin Rouge!
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9. Las redes sociales han matado la intimidad
Es imposible mostrar nuestra verdadera identidad cuando nos ocultamos detrás de un perfil. Cualquier plataforma es buena para conocerse, pero la química se siente en el mundo real. No es sustitutiva.
No es necesario contar toda nuestra vida de pareja –triunfos o crisis– a tiempo real. A nuestros seguidores no les importa, y algunas confidencias hechas en público pueden acabar haciendo mella en la relación. Tampoco ocultes a tu novio al resto del mundo como si fuera tu bien preciado, o como si te avergonzaras de él. Encuentra el equilibrio.
¡Ah! Y cuidado con el flirteo social desmedido. Aunque sea un simple juego, los celos están a la orden del día y tu chico tal vez no lo entienda así. Lo importante es estar bien comunicado ‘face to face’.
10. Preferimos gustar a ser amados
Nos gusta gustar a todo el mundo. Nos encanta que los demás nos vean atractivos, sexys, divinos. Pero, ¿y si te digo que puede haber alguien que te podría querer incluso cuando se te caiga el pelo, lleves unas semanas sin ir al gimnasio o dejen de hacerte efecto las cremas antiedad? No sacrifiques el amor por el falso orgullo que genera gustar a los demás. No te confundas: eso no es amor, es una obsesión.
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