Desde el pionero ballet de Roland Petit en 1949 al de Alberto Alonso que bailó Plisetskaya, pasando por el reciente Carmen Replay del desaparecido Tony Fabre, el mundo de la danza ha conocido una inmensidad de versiones de Carmen. Es lógico que la duda surgiera en la mente del sueco Johan Inger cuando José Carlos Martínez le propuso una nueva producción para la Compañía Nacional de Danza sobre el mito literario creado por Prosper Mérimée a mediados del XIX y hecho ópera por Georges Bizet en 1875.
«¿Por qué otra Carmen? ¿Cómo puedo yo añadir algo nuevo? Todo lo que hago es desde una perspectiva sueca, aún soy un turista en España», reconoce este coreógrafo residente en Sevilla, que ya colaboró con la CND en 2012 con Walking Mad. «Después de una amplia investigación y largas discusiones con mi dramaturgo, llegamos a la idea de que Carmen era un icono del feminismo, una amenaza para los hombres. Por eso queríamos concentrarnos en la violencia de la historia, en por qué los hombres, todavía hoy en día, recurren a ella para dominar a las mujeres».
Para ilustrar esta nueva visión, Inger decidió cambiar el personaje de Micaela, sin apenas importancia en la versión operística, por otro de nueva creación. «En ocasiones, el maltratador también ha sido anteriormente una víctima o un testigo de esa violencia. Por eso elegí cambiar el personaje de Micaela por el de un niño puro e inocente que poco a poco se contamina por culpa de toda esta violencia. Y también aporta un toque de misterio, porque podría ser el hijo nonato de Carmen y Don José o el propio Don José de niño».
Pero que nadie espere una Carmen de vanguardia abstracta. Inger quiere que, ante todo, la historia sea más accesible que nunca. «Quería que fuera un montaje también para el público extranjero, una producción generosa, entretenida, rica y poética. Decidí, como en el libro, seguir la historia desde los ojos de Don José y el efecto que causa Carmen sobre él». Y todo el equipo, salvo el diseño de luces, lleva firma española. «Esa fue la única condición que nos impusimos, que los artistas debían ser locales», cuenta el coreógrafo. Por eso la dramaturgia es de Gregor Acuña-Pohl, Marc Álvarez añade música original para completar la partitura de Shchedrin y Bizet –sobre todo en el segundo acto, más oscuro que el primero–, la escenografía, sintetizada en nueve prismas móviles, es de Curt Allen Wilmer, y el vestuario, inspirado en los años 60, lo firma David Delfín.
Fotos vestuario: Jesús Vallinas
Fotos ensayo: Domingo Fernández
Carmen se representa en el Teatro de la Zarzuela (C/Jovellanos, 4) de Madrid hasta el 19 de abril