George FitzGerald comenzó a pinchar a los 13 años y cuenta que hace unos pocos pensó que había llegado el momento de ir más allá y crear su propia música, no solo pinchar la de otros. El británico se ha convertido en uno de los nombres clave de un house nada purista, así que hizo bien en arriesgarse. “Me llevó muchos maxis coger confianza en mí mismo”, confiesa. Cuando la tuvo, decidió dar forma a todo un álbum, Fading Love, que ve la luz ahora. “Ese formato me ha dado la oportunidad de expresar muchas más cosas”.
La suya es música repleta de emoción, que no solo pretende hacer bailar. “La música de clubs es el vehículo que utilizo, porque el techno y el house son los estilos en que más cómodo me siento. Trabajé muy duro para que los temas encajasen unos con otros, quería un todo coherente. No era tan importante para mí que todos fuesen bailables; mucha gente escucha más este tipo de música en su dormitorio o en el autobús que en los clubs”.
En esta ocasión ha contado únicamente con vocalistas masculinos, Oli Bayston y Lawrence Hart. Confiesa que le encantaría colaborar con Neil Tennant (Pet Shop Boys), Brett Anderson (Suede) y Beth Orton (Portishead), aunque si tuviera que elegir su vocalista soñada con la que trabajar no duda: “Tracey Thorn. Adoro la fragilidad de su voz, y que no intente lucirse ni apueste por la perfección. La contacté hace años pero no tuve respuesta. Quizá vuelva a intentarlo pronto”.
Mientras se afana por lograr que Thorn grabe con él, FitzGerald, actualmente establecido en Berlín, disfruta pinchando y también bailando. “Durante los dos años que estuve con el álbum dejé de pisar las pistas. Ahora lo hago una vez al mes, es bueno para mi salud mental”. Asegura sentirse especialmente halagado al comprobar que su música ha sido desde sus inicios especialmente bien acogida en clubs mixtos o directamente de ambiente. “Soy un artista que crea música house, y dada la historia del género, lo raro sería que no me hiciese ilusión que mis temas suenen en clubs tanto heteros como gays”, afirma. “Para mí es muy importante conectar con públicos distintos y pinchar en todo tipo de salas y ambientes. Mi club favorito es Berghain/Panorama, el ejemplo perfecto de un club en que un público de lo más mezclado, tirando a gay, disfruta unido en la pista de baile”.