Ha terminado la liga y Cristiano Ronaldo ha decidido poner agua de por medio. Viajar para olvidar. El astro portugués está de vacaciones en Saint-Tropez, en el yate del magnate británico Sir Philip Green, dueño de la firma de ropa Topshop. El Lionchase, que así es como se llama el barquito, se ha convertido en la mejor medicina para curarse del mal de amores que le causó su ruptura con la modelo rusa Irina Shayk y del mal sabor de boca de la irregular temporada del Real Madrid.
Se ha podido ver al futbolista y a sus amigos desmadrándose en cubierta y marcándose unos bailes que bien podrían verse en una carroza del Orgullo Gay.
Con trenecito incluido…
En una de las fotos se le ha ‘cazado’ muy contento, enfundado en uno de sus minibañadores fosforitos y palpándose desenfadadamente con uno de sus colegas.
¡Bultos sospechosos! Y las manos se les fueron al pan…
No nos corresponde a nosotros analizar en profundidad la imagen –que bien podría tratarse de un efecto óptico, un simple juego de perspectivas y arrugas–, pero cualquiera diría que… En fin, mejor que cada cual saque sus propias conclusiones.
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