David Amor: “Gusto bastante a los hombres, y yo encantado”

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“Perdona si te hablo muy serio”, se excusa David Amor (Pontevedra, 1980). No es para menos, si se trata de generar sonrisas, allí está él. Buscamos en el diccionario el significado de ‘polifacético’ y nos extraña no encontrar su nombre. Actor, humorista y deportista, compagina todas sus pasiones mientras el éxito de la serie de Cuatro Gym Tony, donde interpreta a Tito, trata de arrastrarle. Pero no puede, su vasto calzado (48,5) le hace mantener los pies en la tierra.

Invoquemos a Jack el Destripador y vayamos por partes. Lo primero que salta a la vista es su imponente planta. Podría parecer que la moda y la alimentación le quitan sueño. Todo lo contrario: “Soy de comer bien”, reconoce, mientras nos explica en qué consiste su filosofía. “El sentido común es la mejor de las dietas, siendo consciente de que si hay excesos, se pagan”. La salud es lo primero. ¿Y ese momento de enfrentarse al espejo? Amor confía, pero tiene claras sus prioridades: “Me encanta que me vistan, aunque bien pensado, ¡mejor que me desvistan!” [risas]. Él, por sí solo, es el que está de moda. Solo hay un detalle que delata su lado presumido, esa barba que puebla su cara por unanimidad. “Fue una decisión a medias con la productora. La verdad es que cuando no estoy en proyectos tan largos cambio mucho, creo que representa un poco mi estado de ánimo”, explica.

“Responsabilidad y compromiso”. Esas son las palabras que le definen. De lo contrario, sería imposible mantener el ritmo de vida al que le conducen todas sus actividades. “Le estoy exigiendo mucho a mi cuerpo”, afirma. En un día de diario, se levanta a las 6’30h de la mañana, graba, aprovecha el gimnasio de Gym Tony y, 12 horas después, cae rendido en el sofá, aunque con la energía suficiente para estudiar las escenas venideras.

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“El arte del descanso es una parte del arte de trabajar”, contaba Steinbeck, pero Amor ha decidido obviar ese fragmento, también los fines de semana. Es momento para desatar sus dos grandes pasiones: el ciclismo y el balonmano. Pedalear sobre dos ruedas es “un amor recuperado”, y desde hace seis meses se confiesa “enganchadísimo” a ‘Los 10.000 del Soplao’, una prueba que los expertos califican como “el infierno cántabro” y que reúne todos los deportes extremos.

Pero detengámonos en el balonmano. Sufrir por amor forma parte de la idiosincrasia del ser humano, pero la relación “más tormentosa” del actor ha sido dentro de un pabellón de 40×20 metros. “Pegué el estirón, me llamó la selección española pero con 20 años tuve una lesión”, se lamenta. Y eso que se quedó “con el deporte que peor se me daba, no era el peor jugador del mundo, pero casi”. Una historia agridulce que, años después, floreció: “Con 27 años me llamó el equipo de mi tierra, lo dejé todo, ascendimos, jugué en primera y me dije ‘ya está”. Ahora continúa en activo en otro equipo gallego, pero sabedor de que su prioridad es “la televisión”. Y que nadie trate de retirarlo, se organiza para ir y volver a Galicia sin que le coincida con otros compromisos: “Me divierte mucho, llevo más de la mitad de mi vida jugando, ¿por qué tendría que dejarlo?”. Habría que preguntarle a sus padres cómo era de soportable.

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“Soy un privilegiado”, asume. Y como buen deportista, sabe que la vida está basada en las rachas. “Ya sabes cómo es esta profesión, ahora estoy trabajando mucho, pero de repente paras y es fundamental tener otra actividad”. Elegir no está en su vocabulario, pero era necesario saber si disfruta más con un gol, un chiste o una línea de guion: “Es como lo de a quién quieres más, a tu padre o a tu madre… Sigo haciendo todo, aunque sea a costa de horas de sueño”. Misión fallida.

Su acento gallego es tan marcado que solo con escucharle ya se le reconoce. Las fotografías explican el porqué de su buen momento. ¿Y eso que dicen que con la fama se liga más? No hay debate: “Ya estoy ligado” [risas], aunque sí reconoce que ahora “sería más difícil acercarme al tipo de perfil de persona que creo me puede interesar”.

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Pese a que su papel en El club del chiste le abrió las puertas de la pequeña pantalla a nivel nacional, su nombre ya nos conduce directamente a Gym Tony y su excéntrico papel de Tito. Entre clases de spinning y levantamiento de pesas, se sigue sorprendiendo del “pepinazo” que les ha llevado a tener una posición privilegiada en el access prime time. Y no liga porque no quiere, pues cada vez tiene más seguidores entre el colectivo gay. “Noto la aceptación por las redes sociales, me escriben muchos más chicos, también con proposiciones indecentes”. No se crean que le incomoda: “Gusto bastante a los hombres, y yo encantado. ¿A quién no le gusta gustar?”. Quítenle razón si se atreven.

El secreto, que tiene unos compañeros que “son la bomba”, mientras reconoce que su personaje le va como anillo al dedo. “Me sale muy bien hacer de tonto, mi madre me ha dicho que es lo mío”. El miedo a que se le encasille es más bien todo lo contrario: “Ojalá siempre me den los mismos papeles”. En el último de ellos le hemos podido ver junto a Antonio Resines en Aquí paz y después gloria, una experiencia “muy bonita porque solo iba en principio para grabar el piloto”.

Un último deseo: hacer cine. “Tengo claro que me falta mucho rodaje”, asume. Mucho cuidado, porque consigue todo lo que se propone, y será difícil contenerle si su proyección continúa. En octubre estrenará Amigos hasta la muerte, una obra de Javier Veiga. Y si le pierden la pista, búsquenle en una cancha de balonmano o subido encima de la bici. Nada de descansar.

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