Para pisar el escenario con la fuerza con que lo pisan, fuera de él Los Vivancos practican una parquedad de palabra que roza la timidez enfermiza, como si no estuvieran acostumbrados a tratar con la prensa –que lo están, tras la extenuante gira mundial de 7 hermanos, su debut como compañía hace más de dos años–. Prudentes cuando toca hablar de su nuevo espectáculo, solo el mayor, Elías, junto con Aarón y Judah, se atreven a hacer de improvisados portavoces. El resto aportan pinceladas solo cuando lo creen necesario. No importa; si algo tiene claro esta familia poco habladora es que la unión hace la fuerza, y todos forman una única y monocorde voz. No se pisan los unos a los otros, no se contradicen en ningún momento. Para ser hermanos, se les ve muy bien avenidos. Los piques los reservan para su nuevo espectáculo, Aeternum, concebido como si de una ópera rock se tratara y en el que figuran como –ahí va– productores, directores, creadores artísticos, co-compositores, intérpretes y bailarines.
En su momento, 7 hermanos funcionó como la carta de presentación de Los Vivancos en nuestro país después de que dieran a conocer por medio mundo su manera rotunda, impactante y visceral de entender el flamenco. Aquel era un directo mucho más desenfadado y modesto que el que ahora presentan. “Desde entonces hemos aprendido a gestionar una compañía y a tener un buen equipo a nuestro alrededor. Por eso Aeternum es una producción más ambiciosa y elaborada, con la que seguir creciendo como intérpretes y creadores. Un trabajo en el que mantenemos la fusión del flamenco con otros estilos de danza y música, y en el que llevamos un poco más allá nuestro virtuosismo como acróbatas y bailarines”.
A LA ETERNIDAD POR EL FLAMENCO
La mitología, lo sobrenatural y la fantasía les sirven de punto de partida a Los Vivancos para una sucesión de números que combinan el flamenco con la danza clásica, las artes marciales y otras disciplinas de difícil clasificación. “Somos bastante flipados en ese sentido, se nos va la olla con la fantasía. Menos por Crepúsculo, nos hemos dejado inspirar por todo el género”, dicen entre risas. “Los personajes fantásticos pueden hacer cosas irreales, por eso los hemos escogido, para bailar de forma extrema y al límite”. En realidad, el mensaje que quieren transmitir es otro. “Jugamos con una paradoja. Con lo que hacemos, que es una cosa puramente física, como una oda al poder del cuerpo, queremos homenajear al alma del artista. La esencia de Aeternum es que el arte puede hacer al hombre inmortal”.
Hay más cambios importantes con respecto al anterior montaje, como la incorporación de una banda sonora compuesta en colaboración con Fernando Velázquez y su equipo, responsables de la música de películas como El orfanato o Los ojos de Julia. “Hemos querido llevar la música del flamenco a una orquesta sinfónica, mezclarla con influencias del rock y darle un tinte oscuro. Pero como el flamenco por sí mismo no te lleva a ese estado de manera natural, buscamos la ayuda de otro compositor con el que conseguir ese color de banda sonora”. Buscaban una épica musical a la manera de una ópera rock, en la que lo mismo caben los sonidos de la guitarra más castiza que un toque de Rimski-Kórsakov. Porque si de algo presumen Los Vivancos es de inspirarse lo mismo en Antonio Gades –aquí bailan una farruca en su honor– que en iconos pop como Madonna –los trajes entallados, máscaras y vendas encajarían en el Erotica– o Prince –las chorreras, la bata de cola aterciopelada, los encajes–. “Nos falta un morreo con Britney, pero los complementos de cuero que utilizamos nos los ha conseguido un colaborador de Madonna”, dicen.
Por otro lado y por primera vez, incorporan un ojo externo a Vivancos, el de Daniele Finzi Pasca, creador y director de Corteo, de Cirque du Soleil, en una colaboración largamente acariciada por los hermanos y que tiene visos de repetirse en el futuro. “En cuanto le comentamos la idea del montaje, él y Julie Hamelin, directora artística, quisieron asesorarnos y limpiar el espectáculo al detalle. Desde pequeños, el Cirque Du Soleil siempre nos ha parecido algo increíble. Estuvimos a punto de entrar en su escuela y hemos tenido en mente su forma de entender el espectáculo. Aunque no nos podemos comparar con ellos”. Por la majestuosidad con la que está concebido Aeternum, se diría que el lugar idóneo para la representación puede ser tanto un teatro como un gran recinto propio de Las Vegas. “Hemos hecho giras por México o Francia en lugares mucho más grandes, pero en el teatro estamos felices por la intimidad con el espectador. Nos sentimos igual de cómodos en un tablao pequeñito que en un Palacio de los Deportes. Las dos cosas nos funcionan muy bien”.
BAILAR A MORIR
Los Vivancos salen a bailar lo mismo que podrían salir a torear. Zapatean con contundencia, se baten en duelo entre ellos, se desbocan cuando toca y ejecutan sus números como si entraran a matar. La testosterona vuela por el escenario, y es en esa masculinidad donde está su sello de identidad, la marca que les diferencia del resto de bailarines y bailaores. “Nosotros no nos cortamos en absoluto. Si en el primer espectáculo ya pusimos toda la carne en el asador, en este segundo todavía más. Tenemos la ventaja de que al ser más conocidos contamos con más recursos, hay una puesta en escena más trabajada y potente, hay más y de mayor calidad”, comentan. “Somos en el escenario como somos en la vida, muy burros. Hay mucha fuerza, y en ocasiones bailamos como si el espectáculo fuera una batalla entre siete tíos. Siempre decimos que están por un lado los bailarines, por otro los deportistas y luego nosotros, los artistas de élite”. Su rutina de ensayos y entrenamientos así lo corrobora: “Nos levantamos por la mañana y hacemos hora y media de ballet, luego estudiamos un instrumento durante dos horas, por la tarde vamos un par de horas al gimnasio y después ensayamos. Lo normal, vamos”, bromean. Su imagen es tan agresiva como magnética y, lejos de granjearles críticas, es algo que su público sabe apreciar. “La gente lo entiende muy bien. Quien quiera ver flamenco puro ya sabe dónde ir, y quien quiere ver algo más original y completo viene a vernos a nosotros”.
No todo es tan agresivo como lo pintan. Hay otros momentos delicados –el número de Cristo con la bata de cola–, sosegados –Aarón demostrando su virtuosismo al violín– y otros más eróticos y provocativos. “Llama más la atención de lo que se pretende por el hecho impactante de que somos siete muchachos en un mismo escenario y sin camiseta, pero no buscamos una sensualidad explícita. Evidentemente, la danza en sí misma te pide usar el cuerpo de ese modo porque forma parte de su dimensión artística, y nosotros nos sentimos cómodos. Además, lo hacemos de una forma que da que hablar”. Y tanto, en un número final en el que bailan a pecho descubierto y con los ojos vendados. “Nosotros mismos nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos que nos estamos jugando nuestra integridad física”.
INSEPARABLES
Teniendo en cuenta que forman parte de una familia de 39 hermanos –de un mismo padre, Pedro Vivancos, y siete madres–, siempre está la opción de ampliar la compañía, especialmente con alguna presencia femenina (“puede que en el futuro nuestros montajes nos pidan bailarinas y llamemos a nuestras hermanas”), pero si a una conclusión han llegado Los Vivancos con la puesta en escena de Aeternum es que la suya va a ser una carrera de largo recorrido. Da igual lo difícil que resulte coordinar agendas y caracteres, ellos ya tienen un tercer montaje en mente. “El público aprecia las cosas hechas con corazón, esa es la conclusión más válida a la que hemos llegado en nuestra corta trayectoria juntos. Todos entienden la emoción y la sensibilidad de la misma manera”, cuentan. “Después de cuatro años, hemos aprendido muy bien a cómo llevar la compañía, contactar con promotores, controlar todo lo que tenemos alrededor y tener nuestra propia oficina. Somos productores y creadores y ya nos gustaría a nosotros poder delegar alguna función, pero algo así no se puede dejar en manos de alguien externo. Tenemos claro que vamos a seguir juntos durante mucho más tiempo. Ninguno de nosotros tiene aspiraciones en solitario, porque todos teníamos una trayectoria antes de juntarnos y ya sabemos lo que es eso. Es mucho más rico estar unidos; hace tiempo que lo apostamos todo al 7 y vamos a superarnos”.
EL ESPECTÁCULO AETERNUM DE LOS VIVANCOS SE REPRESENTA HASTA EL 7 DE JUNIO EN EL TEATRO TÍVOLI (Carrer de Casp, 8) DE BARCELONA.