Se avecina una sucesión de perlas. “Estoy en contra de que personas de diferentes géneros compartan baños”. A Joe Preston, candidato demócrata al Senado de Virginia, le molesta que los gays se mezclen con los demás a la hora de hacer sus necesidades. Y claro, aboga por que tengan “sus propios baños”, no vaya a ser…
En una entrevista concedida al Metro Weekly, asegura “no poder hablar por el colectivo LGTB” al no formar parte de él. Curiosa forma de no tomar partido, por lo que se. El caso es que cree que tanto gays como lesbianas se sentirían “más cómodos” con su propuesta. Él no se siente con confianza si una mujer entra en su baño, por lo que interpreta que a un homosexual le debe ocurrir lo mismo con un hetero. Al final habrá que darle las gracias.
¿Y qué hacemos con los transexuales? Este el epicentro del argumentario: “En algún momento, tus genitales tienen que dictar quién eres”. Asombro e imaginación a partes iguales. La legislación en estados como Kentucky o Nevada permite formas “invasivas” para verificar el sexo de los estudiantes antes de que puedan pasar al servicio. Pedir la documentación en la puerta de las discotecas se ha quedado antiguo.
Nuestro protagonista, sin embargo, se muestra “indeciso” con respecto a la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo en Virginia, un hecho que no se llevó a cabo tras decidir la Corte Suprema de los Estados Unidos no aceptar la apelación que trataba de mantener el veto. Desde octubre, el estado celebra bodas gays, aunque todavía no se han facilitado datos sobre qué baños se utilizan en dichas celebraciones.
¿Y las terapias de reconversión? “Deberían poderse llevar a cabo si el cliente las solicita”. A nuestro hombre poco le importa que la OMS o el propio Obama lo condenen, él solo trata de alimentar su especial sentido de la igualdad. Ya saben, juntos no, y revueltos, aún menos.