La empresa española Zara, una de las firmas del grupo INDITEX de Amancio Ortega, se enfrenta en EE UU a una demanda por discriminación homófoba hacia uno de sus altos cargos. La demanda ha sido interpuesta por Ian Jack Miller, ex consejero general de Zara en los EE UU, que alega que fue discriminado en su carrera profesional por motivos homófobos y antisemitas.
El ex consejero de la compañía pide a Zara más de 40 millones de dólares para compensar los daños y perjuicios sufridos. Un requerimiento judicial que se efectuaba el pasado miércoles 3 de junio.
Uno de los puntos de la demanda afecta a algunos de los diseños de la firma, como un bolso impreso con esvásticas, una camiseta infantil que asemeja al uniforme de campos de concentración y unos collares con simbología nazi.
Ian Jack Miller asegura que durante el tiempo en que estuvo en la empresa, desde enero de 2008 hasta marzo de 2015, recibió gran cantidad de correos electrónicos homófobos y discriminatorios. También declara haber sido testigo de ofensas antisemitas escuchadas en su presencia.
Además asegura que la empresa favorece a los candidatos que siguen su línea de política interna: ser español, heterosexual y cristiano; también alega que muchos empleados españoles recibieron mayores aumentos y promociones internas, a pesar de que él y otros empleados cumplían mejor las características del puesto.
En marzo de este año, ante las presiones homófobas y antisemitas de la empresa, Miller decidió buscar un abogado, con el que cumplimentó una serie de reclamaciones a la empresa por discriminación ilegal, con el deseo de llegar a un acuerdo amistoso. Pero al contrario de lo que esperaba el ex consejero, la empresa lo despidió al día siguiente.
Miller aseguró que no solo ha sido despedido sin justificación, sino que además tiene las puertas cerradas a cualquiera de las empresas que tengan acuerdos o relaciones comerciales con INDITEX, lo cual le está produciendo grandes inconvenientes a la hora de volver a encontrar trabajo.
Pocas horas después de conocerse la demanda, un portavoz de Zara EE UU emitió un comunicado para aclarar que la firma es una “sociedad diversa y multicultural, con un fuerte compromiso social basado en la justicia, el respeto y la igualdad para todos”, y asegura que muchos de sus empleados y altos cargos han hecho pública su homosexualidad y no han sufrido un trato diferente del resto del personal. El portavoz, además, añade que las acusaciones son “chocantes, y que la compañía responderá con fuerza a estás injustas acusaciones ante el tribunal”.
“Las reclamaciones son acusaciones muy graves, embarazosas y atentan contra los derechos de muchos empleados actuales y anteriores”, declara la compañía.
La demanda describe una cultura corporativa donde las visitas a prostitutas son una práctica normal en los viajes de negocios de la firma. Asegura que se jactan de un estilo de vida heterosexual y machista que es recibido con aprobación por parte de la compañía.
Miller acusa al ex director ejecutivo de Zara EE UU, Moisés Costas Rodríguez, de alardear en varias ocasiones sobre el tamaño de su pene, así como de tener relaciones sexuales con cinco subordinadas, incluyendo a una directora de recursos humanos, que curiosamente era autora de una circular que predicaba que “el matrimonio es una institución sagrada entre un hombre y una mujer”.
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La demanda también señala a Francesc Fernández Claramunt, otro ejecutivo de la firma que envió al socio de Miller, Michael Mayberry, una imagen pornográfica de un pene erecto y tatuado porque quería convencer a Miller de que “se hiciera uno así”.
Pero Miller declara haberse sentido aún más discriminado por ser judío que por ser gay. Según el demandante, en la compañía no supieron de su credo religioso hasta 5 años después de que hubiera sido contratado, y desde ese momento el trato recibido cambió por completo.
Antes de que lo supieran y en ocasiones después, el demandante alega que los altos ejecutivos habían ridiculizado con frecuencia a los comerciales y desarrolladores inmobiliarios judíos, con quejas del tipo “lo difícil que era trabajar con esa gente”, “qué raros son los judíos” o “esa gente solo quiere hacer dinero, son unos ladrones y son poco de fiar”.
Después de enterarse de que Miller era judío, varios altos ejecutivos de Zara comenzaron excluirlo de las cadenas de correo electrónico y reuniones importantes. Del mismo modo se empezaron a recortar sus aumentos de sueldo anuales, desde un 15% habitual a un 3%; además, se le impidió promocionar y comenzaron los ataques y gestos homófobos entre sus compañeros.
Pero Miller no solo denuncia los hechos, el ex consejero ha acumulado una gran cantidad de documentos, que presenta a modo de pruebas, que vinculan a la compañía con episodios de discriminación racial, homófoba y xenófoba. Por ejemplo, mensajes de correo electrónico en los que se retrata a Michelle Obama sirviendo pollo frito.
No hay más que mirar la reacción a los chistes raciales del jefe de Sony Pictures Entertainment, Amy Pascal, sobre el presidente Obama en sus cadenas de correos electrónicos para ver cómo dichos documentos pueden dañar la imagen pública de Zara en los EE UU y en el panorama internacional.
La empresa española por el momento lo niega todo, y dice que solo se trata de una estrategia del ex empleado, a través de falsas acusaciones, para conseguir una cuantiosa indemnización económica.