Aproximadamente, 30.000 parejas se han acogido en España a la Ley que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, cuyo décimo aniversario conmemoramos estos días. Aproximadamente, se celebran en nuestro país diez bodas de gays y lesbianas al día. Me parece que son datos muy estimables, aunque no dependa de ellos la evaluación de una ley como ésta que hoy nos llena de tanta satisfacción a tantos.
Porque recuerdo que, durante los primeros años de vigencia de la norma, algunos de sus críticos escrutaban las estadísticas para cuestionarla relativizando el alcance de sus beneficiarios. Como si tratándose de la libertad y felicidad de las personas, de sus derechos, el reconocimiento de estos pudiera hacerse depender de unos números… No habían entendido nada. No habían entendido que estaban, en efecto, en juego derechos de las personas, los derechos, por cierto, de nuestros amigos, de nuestros familiares o, simplemente, de nuestros conciudadanos; y menos aún, que estaba en juego el modo de ser de nuestra sociedad, su grado de tolerancia y de libertad, es decir, en definitiva, los derechos de todos.
Porque la tolerancia no es divisible. Entre la tolerancia y la intolerancia no hay caminos intermedios. No es extraño que quien aún rechaza o recela de los homosexuales muestre igualmente algún grado de rechazo o de recelo respecto de los inmigrantes, respecto de quienes practican una religión distinta y acaso asimismo respecto de las mujeres. Y al revés. Las fobias parecen contagiarse, la tolerancia también.
La Ley del matrimonio homosexual, como expresión de la lucha de muchas personas por erradicar las actitudes discriminatorias, de menosprecio o de supuesta superioridad moral, ha sido, está siendo, en este sentido, una gran escuela de tolerancia para la sociedad española, que es una sociedad tolerante porque lo es en gran medida, cada vez más, con la libre identidad sexual de los ciudadanos.
Shangay se ha hecho eco de la encuesta llevada a cabo en 2013 por el Pew Research Center, en 39 países y con una muestra global de 37.653 personas consultadas, que arroja el dato de que la española se situaría a la cabeza de las sociedades más tolerantes del mundo con la homosexualidad. Una conclusión que llena de significado este décimo aniversario de la Ley.
Para aprobar la reforma del matrimonio en 2005 hubo que vencer no pocas resistencias y presiones. Ahora, aprovechando la oportunidad que me brinda esta revista, y con el recuerdo emocionado de Pedro Zerolo, quisiera expresar mi reconocimiento a todos los ciudadanos LGTB que con su coraje y pasión por la libertad contribuyeron a hacer realidad esta Ley, y con ella, a que nuestra sociedad fuera más tolerante, más tolerante en beneficio de todos.
Para ellos, mi agradecimiento; con ellos, mi orgullo.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO ES EX PRESIDENTE DEL GOBIERNO.