Resulta curioso. Por un lado, el fútbol femenino vive a la sombra del masculino en repercusión, presupuestos y privilegios. Pero hay un apartado donde los hombres ni se acercan: la libertad para vivir su sexualidad abiertamente.
¿Se imaginan a tipos de la talla de un Leo Messi o un Cristiano Ronaldo saliendo del armario sin miedo a las consecuencias? Pues ocurre en el fútbol femenino sin problema, allí donde la palabra tabú no forma parte de su diccionario. Y si no que se lo digan a Abby Wambach, mejor jugadora del mundo en 2012, abiertamente lesbiana y casada con Sarah Huffman desde 2013, una compañera de profesión.
La estadounidense, de 35 años, se proclamaba la pasada madrugada campeona del mundo después de que su país derrotase a Japón (5-2) en la gran final disputada en Canadá. Las celebraciones son la exaltación de la alegría y, como tal, allí que fue Wambach para dar un beso a su pareja. La foto es ya parte de la historia del deporte, y suscita envidia sana si lo comparamos con los hombres.