Si creías que se le habían acabado las armas para provocarnos es que todavía no conoces a Hoffman. Esta vez, ni corto ni perezoso, el modelo se encerró en un baño público, quizá el de alguna cafetería, para hacerse un plano secuencia a cámara fija donde nos muestra en profundidad su retaguardia.
Lo más transgresor es el título de la obra audiovisual: “Quiero que me folles”. Con este mensaje nos deja Hoffman, que promete más entregas para este verano.