Decir que Del revés es la mejor película de Pixar hasta la fecha quizá sea un atrevimiento. En donde no debería haber desacuerdo es en definirla como la más relevante e inteligente, de una importancia casi capital, además de una de sus cintas más atrevidas en el plano puramente formal. Y lo es porque Pete Docter, estrecho colaborador de John Lasseter y responsable de los títulos de la compañía que más apelan al trasfondo sentimental, como Up y Monstruos, S.A. –además de los guiones de Toy Story y Wall·E–, ha sido capaz de construir, a partir de cinco sentimientos básicos, todo un tratado de inteligencia emocional apostando por una abstracción inaudita en la compañía.
En términos psicológicos, Del revés es la construcción del yo hecha dibujos, una sofisticada alegoría sobre la pérdida de la inocencia y la llegada de la madurez. Cinco personajes que encarnan la Alegría, la Tristeza, la Ira, el Miedo y el Asco se agolpan en el cerebro de Riley, la niña protagonista que aquí se encamina hacia una difícil adolescencia, como si estuviéramos ante una suerte de Boyhood en clave femenina. Riley ha dejado atrás su vida en el medio oeste para mudarse a San Francisco y, con ella, algunos de los recuerdos más relevantes de su infancia. En definitiva, su conciencia ha despertado y empieza a darse cuenta de que crecer también significa conocer la tristeza, aunque esta sea en forma de nostalgia.
Pixar nunca antes había arriesgado tanto por una historia con una doble lectura tan clara, emotiva e ingeniosa: una es puramente infantil, en forma de road movie de aventuras para un público que aún no ha llegado a la adolescencia. La otra, totalmente adulta, haría las delicias de Daniel Goleman, y nos ilustra –con referencias tan disparatadas como Chinatown– la manera en que trabaja nuestro subconsciente, se almacenan los recuerdos, construimos nuestros pilares básicos –o islas, en este caso– y, en resumen, damos forma a nuestra compleja personalidad, siempre en constante evolución.
LA PELÍCULA DEL REVÉS SE ESTRENA EL 17 DE JULIO.
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