Qué tiempos aquellos en los que aquel chico malo ídolo de jovencitas era conocido por sus peleas callejeras, desmanes con las drogas, episodios racistas y homófobos y otros escándalos de diversa índole, que le llevaron a pasar más tiempo en prisión del que había pasado en un set de rodaje. Nunca se ha mostrado Mark Wahlberg reticente a hablar de ese pasado como pandillero, pero superada la barrera de los 40 y convertido en uno de los intérpretes que mejor partido le han sacado a su historial delictivo –para muestra, su querencia por los tipos duros y el noir, en notables asociaciones con directores como James Gray o la oscarizada Infiltrados–, además de productor de éxito de series como El séquito, Boardwalk Empire o Buscarse la vida en América, quizá no exista mejor manera de purgar los errores del pasado que a través del humor. Y mejor cuanto más salvaje.
Decidido a involucrarse en un bromance que siguiera los cánones de la nueva comedia americana, género poco practicado en su carrera, el actor lo hizo de la mano de uno de los guionistas, productores –y ahora también director– más bestias y mejor pagados de la televisión estadounidense: Seth MacFarlane. El creador de la desquiciada Padre de familia y sus consecuentes declinaciones, Padre Made in USA y The Cleveland Show, le propuso a Wahlberg ser el protagonista de Ted, su debut como director en el cine, con una particular condición: tendría que compartir protagonismo con un oso de peluche nada inocente. “Cuando me contó que la historia trataba sobre un tío y su osito de peluche que cobra vida y empieza a hacer locuras pensé que aquello no era para mí. Pero luego leí el guion, me olvidé completamente de que se trataba de un peluche y pensé que ahí se escondía una gran historia sobre las relaciones sentimentales y la amistad”, explica.
En el fondo, aquel enaltecimiento de la amistad, los guiños homoeróticos, la nostalgia ochentera, los cameos –mención especial para Ryan Reynolds–, su llamada a la responsabilidad y el mensaje que lanza sobre la vocación de conciliar pareja y amigos convierten a Ted en un cuento más entrañable que salvaje. Así que ahí estaba él, en una película mezcla de acción real y animación digital rodada en Boston, su ciudad natal, fumando porros con un oso de peluche de todo menos amoroso y repasando un catálogo de vicios que no difiere mucho de lo que era su vida hasta hace unos años.
Todo para mayor gloria de MacFarlane, el tipo que más veces ha desafiado las convenciones de lo políticamente correcto en la televisión estadounidense con su humor corrosivo y esos gags estirados hasta niveles surrealistas. “Seth es un tío muy agradable y simpático que cree que no existen reglas ni límites en el humor… Nunca tiene mala intención, aun cuando a veces lo que hace puede parecerle ofensivo a ciertas personas. Tenemos un sentido del humor parecido; el suyo es más sofisticado, el mío es más de la calle”.
Sirva la historia de estos dos tipos que se niegan a crecer, además de como comedia gamberra y fábula sobre los peligros de alargar la adolescencia hasta lo indecible, como redención final de todos los pecados cometidos alguna vez por Wahlberg. Hoy, que es todo un padre de familia y un magnate de la industria, se acabaron los excesos. “Cuando trabajo suelo estar rodeado de amigos y tenemos bastante tiempo para ponernos al día, así que no, no echo de menos aquella época de mi vida, solía traerme problemas. En el fondo, siempre he sabido qué estaba bien y qué no. A pesar de que mis padres tuvieron que trabajar duro para mantenernos a mis hermanos y a mí, creo que me he criado bien, lo cual no significa que tomara las decisiones correctas cuando era joven. Sigo igual de entregado que el primer día que empecé en esta profesión, puede que incluso más ahora, porque soy mucho más disciplinado. Los días de salir de fiesta, beber y fumar los he dejado atrás. No sé qué es lo que me ha hecho estar más centrado en mi trabajo, si el hecho de saber de qué sitio vengo o la posibilidad que siempre existe de regresar a él”.
Ahora sus prioridades son bien distintas: seguir haciendo una interesante carrera en Hollywood y evitar que sus hijos caigan en los mismos errores que cometió. “Ven los carteles de Ted y me preguntan ‘Papá, esta sí que podemos verla, ¿verdad?’. Yo les digo que ni hablar, aunque siempre les cuento la historia para dormirles. Obviamente, la versión para todos los públicos”.
LA PELÍCULA TED 2 SE ESTRENA EL 31 DE JULIO.