La pareja de hombres había conocido al extorsionado a través de la conocida apps de contactos gay Grindr. Después de haber mantenido varias citas y relaciones sexuales con el sujeto, el cual estaba casado con una mujer y dentro del armario, comenzaron a amenazar a este con hacer públicas varias fotografías de los encuentros y los mensajes de texto.
Los chantajistas, Daniel Edwards, de 29 años, y Kristofer Wagner, de 30 años, admitieron haber extorsionado al hombre para que les pagara 1.500 libras, aunque en principio le pidieron 2.000. Cantidad que llegaron a recibir en un encuentro con la víctima, que tras entregarles el dinero decidió llamar a la policía.
La policía británica detuvo a la pareja, que fue puesta a disposición judicial. La jueza Maria Lamb condenó a Edwards a 2 años y 10 meses de cárcel por ser el principal autor del delito, y a Wagner, a 1 año y 8 meses por ser el cómplice.
La jueza reconoció que Edwards había sido diagnosticado con un trastorno de la personalidad por un tribunal médico y que esto podría eximirle o atenuar la pena.
Tras la sentencia, Kate Lewis, el Fiscal encargado del caso, expresó su opinión sobre la condena: “Este caso demuestra que la homofobia puede existir incluso en una situación en la que menos se espera”, haciendo referencia a la homofobia dentro del propio colectivo LGTB.
“Los acusados han entendido la crueldad de la situación a la que sometieron a su víctima y que la extorsión supone un delito muy grave”.
“No hay duda de que Daniel Edwards eligió específicamente a su víctima, asegurándose de que era un hombre casado (al que pregunto antes de quedar con él), manteniendo relaciones sexuales con él y su pareja y tomando fotos como pruebas para poder utilizar en el chantaje, haciendo capturas de conversaciones. Indicios de que se trataba de un chantaje premeditado y estudiado, y no de una situación esporádica, posterior a los encuentros”.
“La justicia decidió tratar el caso como un crimen de odio homofóbico, pese a que los acusados también fueran gays. Un agravante necesario porque Edwards amenazó con hacer pública la sexualidad de su víctima si este se negaba a pagar la suma de dinero exigido”.
Este caso nos recuerda que la homofobia y la intolerancia también se encuentran dentro de nuestras propias filas. Un nuevo caso que nos advierte de la precaución y el peligro que suponen las apps gays de contactos.