Al menos durante 7 días podrás contemplar una de las ciudades más fantásticas del mundo. Se trata de la ciudad de Black Rock, una urbe temporal imaginaria que ni el propio Tim Burton hubiera sido capaz de idear.
Enclavada en el desierto de Nevada, un lugar inhóspito de los Estados Unidos donde las temperaturas oscilan entre los 50 grados de máxima y los -3 de mínima, se construye la ciudad más fantasiosay llena de magia que hayas conocido. Un emplazamiento donde se lleva a cabo uno de los festivales más genuinos del mundo.
Estamos hablando del festival Burning Man (hombre en llamas). Un evento anual de siete días que se desarrolla en la ‘ciudad’ de Black Rock City, que no es un municipio ni tiene gobierno, y que solo existe durante la semana de Burning Man, hasta que en su última noche sale ardiendo. Una urbe temporal construida por los propios participantes junto a la organización del evento, cuya imaginación crea uno de los lugares más mágicos que jamás hayas visto.
La edición del 2014 congregó a más de 68.000 personas, y cada año son más los participantes que se animan a vestirse de colores, coger sus bicicletas y presentarse con toda la magia que se les ocurre para ser por unos días ciudadanos de la ciudad fantástica.
El nombre del evento fue tomado de un ritual que consiste en quemar una gigantesca escultura de madera con forma de hombre durante el solsticio de verano. Una tradición que comenzaron sus creadores, Larry Harvey y Jerry James, quienes en 1986 decidieron quemar su propia escultura del hombre de madera (una figura de más de 2 metros) en una playa de San Francisco, California.
El artículo continúa, pasa página
Una tradición que con los años se convirtió en una idea, la de crear un festival. Así, a principios de los 90, nació el festival Burning Man, que en pocos años había crecido tanto que decidieron trasladarlo al desierto de Nevada, donde se llegan a juntar hasta 70.000 personas para disfrutar de un acontecimiento único.
Las magníficas construcciones de madera, los fantásticos mundos creados, y la construcción principal acaban siendo el tributo a las llamas. Algo que tiene lugar la última noche del evento.
La quema del hombre –el cual ha pasado de los 2 metros de su antecesor a los 13 metros de altura– es una celebración espectacular con fuegos artificiales y explosiones.
En cambio, la quema del templo se hace en silencio total, ya que es un ritual dedicado a las personas que han fallecido. Durante la semana del festival, todos los participantes pueden acudir al templo a dejar notas y fotos de las personas que quieren recordar. Un ritual para la renovación espiritual.
El festival es definido por sus promotores como “un experimento en comunidad de autoexpresión y autosuficiencia radical”. Porque en la ciudad más exclusiva del mundo hay ciertas reglas: está prohibido el dinero, se trabaja en equipo, los ordenadores y teléfonos móviles no son bienvenidos o deben permanecer apagados. Hay que sobrevivir con la comida que lleve cada uno, porque lo único que se vende en Black Rock City son hielos y café. Y sobre todo, hay que aportar mucha imaginación para hacer del festival una experiencia única.
El festival recibe cada año a caras tan conocidas como Paris Hilton, Puff Daddy, Alexandra Von Furstenberg, Francesca Versace, David Rothschild o Tatiana Santo Domingo, los fundadores de Google Larry Page y Sergey Brin o el creador de Facebook Mark Zuckenberg.
Cuando la última brasa del hombre de madera se apaga, viene la parte más difícil. Burning Man tiene dos leyes básicas. Una, llevar algo que regalar a los demás. La otra, no dejar ningún rastro de Black Rock City: es hora de limpiar la ciudad.
Este año se han montado varias cámaras que vigilan todo lo que está ocurriendo en el festival, y que puedes seguir en riguroso directo a través de Internet.