Aeropuerto de Tegel, Berlín. Sábado 12 de julio de 2003, 12’30h. Nada más pisar suelo alemán te das cuenta de que es el día en que se celebra el Love Parade, una marcha festiva a mayor gloria del techno y de los cientos de miles de clubkids que lo bailan con devoción. Roger Sánchez pasea con aires altivos por la terminal, y grupúsculos de technoheads aprovechan mientras hacen cola en la parada de taxis para ultimar los detalles de su look de cara al desfile-fiestón al aire libre.
Postdamer Platz se ha convertido en improvisado punto de reunión para miles de jóvenes que se encaminan hacia la Puerta de Brandemburgo, donde arranca el Love Parade. Pastillas de colores tan variados como los pelos de los más atrevidos pasan de mano en mano con un descaro sorprendente. Y se escucha techno a todo volumen en cada esquina, pues se han instalado docenas de discotecas ambulantes de cara a la larga noche que le espera al medio millón de concentrados. En el vestíbulo del hotel Grand Hyatt, por el contrario, reina la paz más absoluta. Berlín vive hoy ajena a la presencia de Beyoncé Knowles, líder de Destiny’s Child, que estrena carrera como solista.
Es el último día de su frenética gira promocional europea, y todos en su entorno cuentan las horas que faltan para regresar a Estados Unidos, sentados en el suelo frente a la suite Max Reinhardt, donde Beyoncé lleva toda la mañana respondiendo preguntas. Shangay tiene el honor –y la desgracia la vez– de cerrar la sesión de entrevistas. Son las dos y media de la tarde, y Beyoncé se nos revela sentada sobre sí misma, bebiendo agua –Evian, por supuesto–, incapaz de moverse para recibir al nuevo periodista. No se sabe si está cansada o aburrida.
Vista de cerca es impresionantemente guapa y bastante más joven de lo que aparenta en fotos y vídeos promocionales. Lleva la melena primorosamente alisada, y luce un vestido de lino en color marfil de manga larga y escote de vértigo, que le llega hasta los pies. Según el perfil, por momentos parece una de las protagonistas de La casa de la pradera, aunque un mínimo cambio de postura la convierte en lo más parecido a una musa prerrafaelista –variante exótica–. Los cristales de los ventanales del salón retumban con los punzantes bajos que escupen las carrozas del Love Parade a kilómetros de distancia. Ni un hotel de lujo escapa al diabólico influjo del techno. Aunque Beyoncé no tiene muy claro qué es.
BEYONCÉ ⇒ Oigo el “boom boom” todo el rato, pero no soy capaz de situarlo. ¿El techno es parecido al house? Yo siempre meto remezclas house en mis singles; el house me gusta. Pero es un tipo de música que sólo puedo escuchar de forma ocasional, porque me da dolor de cabeza. Y me gusta bailarlo. De vez en cuando voy a Miami y salgo alguna noche por clubs a ponerme al día.
SHANGAY ⇒ Para tu debut en solitario te has decantado por un disco “a la antigua”, repleto de baladas que rememoran el espíritu del soul-pop clásico. ¿Por qué?
BEYONCÉ ⇒ Me apetecía recrear ese espíritu. Aunque también he procurado combinar lo vintage con lo más moderno en canciones como Crazy In Love. Me chifla la combinación de los sonidos de la vieja escuela con lo más rompedor, soy una apasionada de los contrastes. El sentido que tenía la pasión amorosa en los setenta me ha inspirado mucho. Quizá es que estoy un poco chapada a la antigua…, pero no demasiado [risas].
SHANGAY ⇒ Has comentado que este trabajo marca el cambio de niña a mujer que se ha dado en ti. ¿A qué se debe esa intención?
BEYONCÉ ⇒ A que la gente no sabe cómo soy en realidad, y quería que mi yo interior quedase reflejado en este disco. Me siento mucho mayor de lo que en realidad soy. Empecé en este mundo a los nueve años, y cuando publicamos el primer disco de Destiny’s Child sólo tenía quince, de manera que me he visto obligada a madurar muy rápido. Me propuse grabar un álbum que resultase atemporal, y por eso decidí utilizar el amor como su tema central. Siempre he escrito canciones con mucha garra, y me apetecía sacar a la luz mi lado más vulnerable. Por suerte, el amor nunca pasa de moda.
SHANGAY ⇒ ¿Qué te parece que interese más saber si sales o no con Jay-Z o si Britney Spears es o no virgen que si vuestros discos merecen la pena?
BEYONCÉ ⇒ A veces resulta frustante. Pero en el fondo lo entiendo. Antes de ser conocida yo era una de esas personas anónimas que quería saberlo todo sobre los famosos, así que no me puedo enfadar porque ahora haya gente interesada en mí. He aprendido a aceptarlo y me lo tomo con humor.
SHANGAY ⇒ En este álbum se echa en falta un poco de picardía; da la impresión de que has rebajado el componente erótico para que fuese “para todos los públicos”. ¿Ha sido así?
BEYONCÉ ⇒ No, es que buscaba que fuese un disco romántico, así que aquí no hay ningún Bootylicious. Será que me estoy haciendo mayor [risas]. Aunque, si lo pienso, sí me parece un disco sexy, aunque de un modo muy dulce.
«PARA SER SEXY NO HAY QUE ENSEÑAR CARNE, ES MÁS UNA CUESTIÓN DE ACTITUD Y DE FUERZA INTERIOR»
SHANGAY ⇒ Siendo una persona tan religiosa, ¿te ves obligada a cortarte para no pecar de excesivamente sexy?
BEYONCÉ ⇒ Lo que sucede es que hay dos Beyoncés distintas. Una es la que sale en la tele y se hace fotos provocativas para promocionar sus discos; seguro que mucha gente se piensa que soy muy superficial y que me paso el día de fiesta en fiesta en tacones y con tops mínimos. Pero en mi vida diaria soy una persona sencilla y tranquila, que vive muy pendiente de los demás. Mi relación con Dios es algo personal que no tiene por qué influir en todos los aspectos de mi vida profesional. Aunque evidentemente a la iglesia no voy en top y minifalda [risas]. Para ser sexy no hay que enseñar carne, es más una cuestión de actitud y de fuerza interior.
SHANGAY ⇒ ¿Por eso cancelaste una sesión de fotos con David LaChapelle para The Face cuando te propuso fotografiarte desnuda y cubierta de miel?
BEYONCÉ ⇒ [Suelta una risita nerviosa y se la nota violenta] Bueno… Me apetecía mucho trabajar con él y me encantó conocerle, porque es encantador. Pero a nivel creativo no fuimos capaces de ponernos de acuerdo, y como sentí que las cosas no iban a salir bien decidí cancelar la sesión. Lo cual no significa que me vaya a negar a trabajar con él en un futuro; lo que ocurre es que en este momento de mi vida sé que no va a pasar. Me niego a hacer cosas que me hagan sentir incómoda.
SHANGAY ⇒ ¿No resulta contradictorio que una mujer como tú, que compuso un himno a las mujeres independientes [Independent Women, para la banda sonora de Los Angeles de Charlie], dependa tanto de sus padres [no olvidemos que su padre era su mánager en aquel momento, y su madre, responsable principal de su imagen]?
BEYONCÉ ⇒ Dependo de ellos porque son mi familia, y necesito que me quieran y me aconsejen. Pero para tomar decisiones en mi trabajo sólo cuenta mi opinión; trabajo duro para sacar adelante mi carrera. Hago muchas cosas por mí misma, pero a la vez cuento con la seguridad que me proporciona el saber que ellos están cerca y que no van a dejar que pierda el contacto con la realidad.
¿Qué opinaba entonces de las carreras en solitario de sus compañeras de Destiny’s Child? ¿A qué divas venera? ¿A quién permite que la llame diva? Pasa página.
SHANGAY ⇒ Una vez que te has probado a ti misma lo bien que te puede ir en solitario, ¿no te has planteado olvidarte de Destiny’s Child?
BEYONCÉ ⇒ En ningún momento. Me hace muy feliz saber que el año que viene grabaremos un nuevo disco juntas; adoro a las chicas, me encanta grabar con ellas y espero que hagamos juntas muchos más discos. Si todas hemos sacado discos en solitario es porque queríamos demostrarnos que podíamos hacer algo más allá del grupo, necesitábamos reafirmarnos a nivel individual.
SHANGAY ⇒ ¿Se ha convertido en algún momento esta aventura en una competición para vosotras?
BEYONCÉ ⇒ Nunca. De hecho, si mi disco se ha retrasado tantas veces es porque no quería que coincidiese ni con el de Kelly [Rwoland] ni con el de Michelle [Williams]. Y lo mismo pasó con el de mi hermana pequeña Solange; jamás publicaría nada a la vez que ella, no tendría sentido.
«CUANDO MIS SEGUIDORES GAYS SE REFIEREN A MÍ COMO UNA DIVA LO CONSIDERO UN GRAN CUMPLIDO»
SHANGAY ⇒ Es obvio que te gusta colaborar con otros artistas. Los ejemplos más recientes son tu álbum y el concierto Divas Duets que grabaste recientemente para una cadena de televisión, por no hablar del tema central de tu próxima película, Fighting Temptation, que has grabado junto a Missy Elliott, MC Lyte y Free…
BEYONCÉ ⇒ Me encanta aprender de otras personas, y encuentro muy gratificante combinar distintas energías con un objetivo común. Divas Duets, por ejemplo, fue una experiencia preciosa. A mí me tocó cantar con Jewel, y desde entonces nos hemos hecho muy amigas. También participaron Chaka Khan, Stevie Wonder, Whitney Houston, Mary J. Blige (a la que venero)… Fue un honor estar en compañía de artistas de esa talla.
SHANGAY ⇒ ¿Te halaga que se te haya asignado tan pronto el calificativo de “diva”?
BEYONCÉ ⇒ Depende de quién me lo llame. Por ejemplo, cuando mis seguidores gays se refieren a mí como una diva lo considero un gran cumplido, porque sé que para ellos es un término que conlleva mucho respeto y admiración. Para mí una diva es puro espectáculo: una artista siempre impecable, dando grandes conciertos, con una enorme personalidad… Pero para otra gente una diva es alguien que vive un ego trip insoportable; yo no soportaría convertirme en una de esas estrellas. Pero que alguien empiece a llamarme diva después de verme actuar me parece lo más [risas].
SHANGAY ⇒ Cantas, protagonizas películas y campañas publicitarias, ejerces de presentadora ocasional en televisión… ¿Es que tu ambición no conoce límites?
BEYONCÉ ⇒ Mientras me sienta capaz de hacer todo lo que ofrecen, no. No pienso dejar pasar ni una sola gran oportunidad que se me presente. Quiero ganar un premio Tony [de teatro] y un Oscar de interpretación, y añadirlos a los tres Grammys que ya tengo. Me convertiría en la primera mujer de color en conseguir semejante logro… Ahora mismo es el sueño que más me motiva; quizá porque lo veo muy, muy lejano, por no decir casi imposible.