Como una pareja de dos hombres no se puede reproducir, cuando se jubilan no permiten que su descendencia continúe “pagando los impuestos y saquen adelante el desarrollo de la nación”. Menos mal que tenemos a Joe Formaggio, alcalde de la localidad italiana de Albettone, para salvar la humanidad a costa de su latente homofobia.
Por ello, ha decidido lanzar una propuesta donde se cobre un impuesto revolucionario a todas las parejas gays, que luego iría dirigido a ayudar a familias con hijos. Debe ser que unos son fratelli di Italia y otros no. Precisamente, ese es el nombre del partido ultraderechista que encabeza bajo una premisa reveladora: “La homosexualidad es contraria al mantenimiento de la especie”, argumentan. Y eso que luego se jacta de admirar a colegas de profesión que han salido públicamente del armario. Genuino.
Su idea, tal y como reconoce a varios medios italianos y de la que se hace eco El Confidencial, parte de que en “el mundo domina la homosexualidad”. Y claro, ha decidido construir su propia arca de Noé para dejar a los gays bajo el diluvio. “Si la mitad de la población no tiene hijos y siguen llegando extranjeros, apaga y vámonos. Tenemos una extrema necesidad de que nazcan niños”. El sinfín de perlas es estremecedor.
Culpar de un retroceso demográfico al colectivo LGTB es una aberración sin límites. En 2014, Italia registró 85.000 muertes más que nacimientos (datos del Istat, organización estadística italiana), razón suficiente para que Formaggio entre en bucle. Pretende además, elaborar una lista de los gays que hay en Albettone, y así señalar a los contribuyentes a los que quiere dar la sorpresa. “Debemos ver cuántos hay y decidir cuánto se les cobra. Yo doy derechos a todos, pero esos derechos van unidos a unos deberes”. Sentando cátedra.
Solo una cosa más. Si por algún casual, algún gay tiene hijo mediante adopción o relaciones hetoresexuales anteriores, la tasa para esa pareja “se vería reducida a la mitad”. Al final habrá que darle las gracias y todo. Que alguien le quite el micrófono.