La historia de Manuel y Gordon es una auténtica pesadilla. Después de tener a su hijo Álvaro por gestación subrogada, esta pareja gay decidió tener al segundo. Y escogieron Tailandia para traer al mundo a Carmen, que nació en enero de 2015. Este país lleva años practicando este tipo de gestación, cuenta con buenas infraestructuras, embriólogos y técnicas, y todo parecía perfecto hasta que la mujer que dio a luz a Carmen no quiso entregársela a la pareja.
La gestante dio el consentimiento en el hospital para que la recién nacida pudiera venir a España, donde está su hogar, pero a los pocos días cambió de opinión y se negó a firmar los papeles necesarios para el pasaporte de la recién nacida. Las razones que expuso la gestante fueron que esta no era una familia ordinaria y que temía por la educación de la pequeña. Después de numerosas y fantasiosas acusaciones, que hicieron que el gobierno y los medios tailandeses se posicionaran a favor de la gestante, Manuel y Gordon descubrieron que la madre biológica siempre tuvo la intención de quedarse a Carmen porque quería tener una hija mestiza.
Más allá de este entresijo de situaciones violentas e inesperadas para los padres de Carmen, una nueva ley sobre subrogación entró en vigor el 30 de julio. Esta declara ilegal la subrogación para los extranjeros, aunque hace una excepción con los niños nacidos antes de la aprobación de esta ley. Carmen estaría exenta de esta nueva ley si no fuera porque una cláusula especifica que las parejas deben ser heterosexuales, y Manuel y Gordon no lo son, obviamente.
La pareja dice que son una familia normal y feliz, que quiere volver a casa con sus dos hijos, y que no contaba con todas estas desgracias. Además, se les agotan los ahorros que tenían para traer a la bebé desde Tailandia. Su situación es crítica y vergonzosa, por lo que han decidido abrir una página en change.org para reunir firmas que ayuden a que esta historia tenga un desenlace feliz.