En su empeño de exaltar la homofobia, un grupo de diputados comunistas rusos ha propuesto aprobar una ley que sancione con multas en metálico a aquellos que expresen públicamente un tipo de “orientación sexual no tradicional” en lugares de libre acceso. La penalización sería de entre 4.000 y 5.000 rublos (entre 54 y 68 euros).
Si esta ‘expresión homosexual’ se realiza en recintos educativos, culturales o juveniles como escuelas o museos, la pena podría conllevar el arresto durante 15 días. Esta vergonzosa propuesta tiene el supuesto objetivo de perseguir la pedofilia en la sociedad rusa.
Uno de estos deshumanizados diputados, Iván Nikitchuk, añade que a las lesbianas no les afectaría esta ley por ahora, y que a los votantes comunistas les causa repugnancia ver a dos hombres besándose.
Por suerte, la propuesta ha sido rechazada por el partido del Kremlin, que informó de que ya existe una ley que prohíbe a las minorías sexuales informar positivamente a los menores acerca de la homosexualidad.
Aunque resulte indignante esta política en pleno siglo XXI, no debemos olvidar que Rusia castigaba la homosexualidad con la cárcel hasta 1993, que ha reprimido cualquier intento de celebrar marchas por el orgullo gay y que prohíbe la adopción por parte de parejas homosexuales.