Parece que Francia avanza a paso lento en temas de tolerancia y discriminación. La ministra de Sanidad, Marison Touraine, ha anunciado para 2016 el fin de la ley que prohíbe que los homosexuales puedan donar sangre, aunque tendrán duras condiciones. “La donación estará abierta a los homosexuales que no hayan tenido relaciones sexuales con otro hombre en los últimos doce meses”, ha comunicado Touraine. “Además, solo podrán donar plasma si están en una relación estable desde hace al menos cuatro meses o si no han tenido relaciones sexuales en ese mismo tiempo”, ha añadido.
Las condiciones son exageradas y hacen pensar que no habrá demasiados candidatos a donar. La ministra ha afirmado que las primeras donaciones permitirán realizar estudios para asegurar que no hay peligros, y si es así, las reglas pasarán a ser las mismas que para el resto de la población.
Además, los cuestionarios que se realizan antes de la donación se reescribirán no solo para los homosexuales, sino también para aquellos heterosexuales que hayan tenido prácticas sexuales de riesgo.
Parece increíble que estas arcaicas ideas vengan de uno de los países más avanzados del mundo, y que se haya mantenido hasta hoy una prohibición establecida en 1983 que aboga por la discriminación, ya que no hay grupos de riesgo sino prácticas arriesgadas.
España está a años luz de distancia del país galo en este tema, ya que aquí la condición sexual del donante no es motivo de discriminación, y las únicas condiciones son ser mayor de edad, pesar más de 50 kilos y no padecer ni haber padecido enfermedades transmisibles por vía sanguínea.