Rufus Gifford es el embajador estadounidense en Dinamarca. Hasta aquí todo normal. Las particularidades comienzan a asomar cuando deshojamos a este curioso político.
Se trata del último fenómeno televisivo del país donde trabaja gracias al reality show que protagoniza, Jeg er Ambassadøren fra Amerika (Yo soy el embajador de Estados Unidos). Allí ha cautivado a la audiencia, y lo ha hecho basándose en algo que muchas veces echamos en falta en la clase política: naturalidad.
Esa misma que le lleva a no ocultar su homosexualidad y presumir de marido ante las cámaras, el veterinario Stephen de Vicent. Dinamarca, el primer país del mundo en legalizar el matrimonio homosexual, se antoja el lugar idílico para que la pareja despliegue espontaneidad y sentido del humor. “Creo que se ha convertido en este gran éxito por el carácter de Rufus. Es lo que llamamos un ‘gran personaje’. Nuestra audiencia y mucha gente en Dinamarca le quiere, cree que es un modelo a seguir, es positivo, le gusta Dinamarca y tiene una visión muy positiva de nuestro país. Es un gran embajador, abierto y cordial, que da a los daneses una buena impresión de Estados Unidos”, explica el productor de la serie, Erik Struve.
Su perro Argos se ha colado en casa de todos los escandinavos, que ya le han visto desfilar por Copenhague el Día del Orgullo Gay con visos de celebrity. Mientras Obama daba luz verde en su país a las uniones entre personas del mismo sexo, todos se emocionaban al ver las lágrimas de Rufus en la pequeña pantalla.
La serie, además, culmina con la boda del protagonista. “Casados. En el país que creó los cuentos de hadas, nosotros hemos empezado el nuestro… Sentimos tanta felicidad y agradecimiento”, fueron sus primeras palabras en las redes sociales. Deportista, comprometido con las causas sociales y todo un símbolo. Envidia sana desde España.
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