Su canción es nuestra canción. Y Betty Missiego es nuestra Betty desde 1979, cuando nos representó en el festival de Eurovisión y nos ganó para siempre, aunque en el último segundo se le escapase el triunfo en el concurso. La artista de origen peruano, nacionalizada española, ha decidido despedirse de los escenarios. No lo hace triste ni derrotada, sino feliz de hacerlo tal y como a ella le apetece, en el momento en que se lo pide el cuerpo. Lo explica desde Benalmádena, donde reside desde hace tres años y medio. “Me apetece muchísimo despedirme así”, explica. “Porque me retiro con todas mis facultades. No me gustaría llegar a que la gente dijera ‘ya no es la misma’. Con lo poco o mucho que pueda dar, es hora de decir adiós”.
El 2 de diciembre, Betty Missiego dará un único concierto de despedida en el Teatro Cervantes de Málaga. Algo que llevaba pensando tiempo. En febrero de 2012, tras perder a su hijo Fernando en un accidente de tráfico, tuvo un arrebato. “No canto más, dije, así, sin más”. Por suerte, se lo pensó mejor. “Con el tiempo, llegas a un sitio donde vas tomando vida otra vez. Ya nunca fue lo mismo, pero me dieron mucha fuerza los recuerdos que tenía de la familia al completo. Eso me permitió dejar a ese ser que se me fue en paz, tranquilo; le echo en falta, pero no quiero molestarle donde esté. Eso me ha levantado mucho la moral”.
Betty Missiego no se despide pues de la vida, ni mucho menos. “Quiero dedicarme más tiempo a mí, y a Fernando”. Fernando Moreno es su otra mitad; juntos desde hace 44 años, él es, además de su marido, su sombra en lo profesional: compone para ella, dirige su carrera y la acompaña siempre. “Hemos estado en muchos lugares, pero siempre yendo del hotel al escenario, o a un plató de televisión. Como todavía tenemos fuerzas, queremos disfrutar un poquito”.
No tiene problema en reconocer su edad –contradiciendo a la Wikipedia–, y en enero cumple 78 años. Hace tiempo que su carrera profesional está en un segundo plano, porque Betty tiene otra prioridad clara. “Sigo teniendo una voz y una figura aceptables, pero lo primero son mis hijos y mis nietos. Solo siento mono de escenario cuando estoy preparando un concierto y sé que voy a actuar pronto; el resto del tiempo, en casa, estoy de maravilla. Y ahora quiero ser bisabuela”.
También son muchos sus admiradores que la sienten un poco abuela, como una de la familia. “Sobre todo para los eurovisivos, soy la abuela de Eurovisión. He visto nacer a varias generaciones, quizá ya sea incluso bisabuela eurovisiva, aunque a esos niños no me los han presentado todavía”. Y aunque le guste mimar a sus nietos, hay un placer que nunca les da. “Jamás canto en casa. Algunas veces me lo han pedido por favor y ni así, no me sale”.
«A MÍ ME GUSTA QUE SE RECONOZCA MI TRABAJO, PERO NUNCA ME HAN INTERESADO LA FAMA Y EL DIVISMO»
Betty Missiego creció rodeada de música. Una de sus tías era cantante de ópera, otros tíos tocaban instrumentos, y en las reuniones familiares de los domingos cantaban todos juntos. Aunque en un principio a ella le interesó más el ballet, al que se entregó hasta que una lesión truncó su deseo de dedicarse profesionalmente a él. “Cuando la gente me escuchaba cantar boleritos me decían ‘qué voz tan bonita tienes, deberías dedicarte a cantar’. Y un día, de repente, decidí hacerlo”. Tenía entonces 25 años y llevaba tiempo sin contacto con el mundo artístico. “Empecé muy tarde, ya había tenido incluso a mis hijos. Mira qué suerte he tenido de haber podido dedicarme a ello desde entonces”.
Destacó desde sus inicios musicales por su estilizada elegancia. Hasta el punto de que en los primeros 70 recibió varios premios en festivales como la artista más elegante. “Siempre tuve claro que los vestidos con muchos volantes no eran para mí”, bromea entre risas. “Eso en ocasiones me creó problemas. Había quien me decía que mi manera de peinarme no era muy femenina. A veces me intentaban hacer peinados con volumen y flequillo y no lo permitía. En otra ocasión, en Televisión Española, allá por 1969, fui a actuar con un vestido negro sencillo, muy bonito, y me dijeron que me veían demasiado seria. Pretendían que en el departamento de vestuario me añadieran plumas de marabú para darme otro aire. ¡No! Siempre tuve mi claro mi estilo”.
Asegura que siempre ha reaccionado con calma ante cualquier contratiempo, que nunca ha sido ella de divismos. “Aunque a veces, si se me enfrentaban, me salía el indio que llevo dentro. Solo me saca de quicio la gente prepotente y maleducada”. Y para la historia quedan sus recogidos, que la han acompañado siempre. “Solo una vez me hice un afro. Estaba guapa, resaltaba mis ojos verdes”. Pero fue una excepción, siempre le ha gustado tener la cara bien despejada para actuar. “Me gusta tocarme cuando canto, las orejas por ejemplo, y no puedo tener pelo por todas partes, no. Cuando una acaricia, debe estar libre de pelos, totalmente desnuda”.
¿Qué anécdotas recuerda de Eurovisión? ¿Por qué estrena una canción dedicada a sus fans gays? ¿Qué le dijeron Dana International o Conchita Wurst cuando la conocieron? Pasa página
Betty Missiego se siente madre primero, después mujer y por último artista. “He querido llevar siempre una vida normal, y quizá esa actitud me ha frenado a la hora de llegar más lejos en mi carrera. No me importa, para nada”. No tan habitual encontrar a un artista que no da prioridad absoluta a su ambición artística. Missiego es una rara excepción a la regla. “A mí me gusta que se reconozca mi trabajo, pero nunca me han interesado la fama y el divismo”.
Su momento de mayor popularidad llegó en 1979, cuando representó a España en Eurovisión con Su canción, compuesta por Fernando Moreno. Una vez seleccionada, la presión la vivió sobre todo en casa. “Mis hijos, que eran pequeños, me dijeron ‘mamá, por favor, queda bien, si no, en el cole se van a meter con nosotros”. Estaba muy segura de Su canción, y fue a Jerusalén dispuesta a todo. Confirmó ser una de las grandes favoritas, hasta el punto de liderar las votaciones hasta el momento final, cuando los históricos doce puntos del jurado español convirtieron a Israel en la ganadora del festival. “A mí me iban diciendo que ganábamos seguro, y yo estaba petrificada, encogida. Cuando terminó la votación y vi que los niños que me acompañaban empezaron a llorar… ¡Ay, me entró una ternura! Y me olvidé de todo, solo quería consolarlos”. El recuerdo es inmejorable: “Luché por ganar, y al pasar lo que pasó, lo que gané fue muchísimo cariño, y eso es lo que más vale. Ahora la sigo cantando en colegios de toda España, y es maravilloso ver a los niños aprendiéndosela”.
En julio del año pasado, tuvo oportunidad de interpretarla en el estadio Vicente Calderón de Madrid, en Shangay Pride, y una vez más constató que en el mundo gay es un himno a prueba de modas eurovisivas. “Les debo tanto que el día 2 estrenaré en mi recital una canción dedicada a los gays, Tú me preguntaste”. A raíz de una anécdota personal suya, su inseparable esposo compuso esta canción con la que Missiego quiere mostrar el respeto que siente por todo tipo de amor. “He visto amores gays muy profundos, y Fernando, que capta siempre lo que pienso y lo que siento, ha sabido transformar estos pensamientos en canción. Estoy muy feliz de estrenarla, ojalá le guste a mis niños”.
El 2 de diciembre, en esa Málaga que ama, Betty Missiego interpretará tanto clásicos del folclore que siempre han formado parte de su repertorio como sus temas propios más conocidos –además de esa nueva incorporación que será Tú me preguntaste–. Será un espectáculo único e irrepetible. “Una despedida de verdad, no volveré a actuar frente al gran público”. Aunque sí cantará en el futuro ante audiencias más reducidas. “Cuando tenga el mono, colaboraré con una ONG, le cantaré a los viejitos que están enfermos. Pero sin promoción ni nada”. Cuantos menos días quedan para esa gran noche, más feliz confiesa estar. “Me da mucha alegría pensar en ese último concierto, porque me voy muy feliz. Tengo hasta miedo de la felicidad que estoy sintiendo al ver al todo el mundo que colabora conmigo tan entregada. Una vez pase, ya me quedaré tranquilita”.
La pasión eurovisiva siempre la llevará en la sangre, y la sigue alimentando año a año. Sí, Betty Missiego ejerce de eurofan siempre que llega Eurovisión y no se pierde la retransmisión de la final del festival. “Pido que me dejen solita, no quiero tener a nadie al lado, ni a mi marido. Me encanta verlo bien tranquila”. Si se le pregunta por las canciones eurovisivas que más le gustan, no duda un segundo al nombrar la primera. “Eres tú de Mocedades me encanta. Es buenísima, buenísima, buenísima”. Después de una clásica, una reciente. “Me impresionó enormemente la de Conchita Wurst. Qué belleza de voz, de canción, de presentación”.
Betty tuvo la oportunidad de conocer a Conchita cuando coincidieron en Shangay Pride en julio pasado. “Ella pidió conocerme, y tenemos una foto juntas. Me sorprende comprobar que incluso los artistas eurovisivos más recientes se acuerdan de mi canción”. Vivió algo parecido con Dana International hace unos años, cuando coincidieron en una gala en televisión. “Vino a mi camerino y me confesó que cuando me vio en Eurovisión decidió que quería ser como yo”.
BETTY MISSIEGO ACTÚA EL 2 DE DICIEMBRE EN EL TEATRO CERVANTES DE MÁLAGA.