A principios de los 70, durante una aparición televisiva en The Tonight Show, el presentador Johnny Carson le preguntó a Lily Tomlin –por aquel entonces una de las cómicas más prometedoras de su generación– por qué no estaba casada ni tenía hijos. El interrogatorio pilló a la actriz con la guardia baja, no solo porque fuera claramente machista, sino porque sacaba a relucir un asunto que, hasta ese momento, no había decidido si tratar o no en público: su homosexualidad. “No estoy interesada en tener hijos”, dijo ante un público conmocionado por la respuesta, pero salió del paso con un chascarrillo: “¿Y quién tiene la custodia de los tuyos?”, le replicó a Carson.
Aquella reacción no era lo que se esperaba de una mujer de su edad, pero la actriz nunca ha hecho grandes esfuerzos por ocultar su homosexualidad al ojo público. Al contrario, siempre ha hablado abiertamente de la guionista Jane Wagner como de la mujer con quien comparte su vida desde hace 44 años y que se convirtió en su esposa en la Nochevieja de 2013. “Jane y yo somos pareja desde hace muchos años y hemos trabajado juntas en un montón de proyectos en televisión, teatro, Broadway…”, explica. “Cada vez que ofrecíamos una entrevista para promocionar alguno de nuestros espectáculos, éramos muy claras acerca de nuestra relación, en el modo en que nos referíamos la una a la otra o hablábamos de nuestra vida doméstica. Es solo que nunca ningún periodista escribía esas cosas en la prensa. Creo que muchos piensan que, como les gustas, te están protegiendo cuando evitan hablar de tu vida privada. Es así como funciona”, cuenta Tomlin por teléfono desde Los Ángeles. Es un buen resumen de la naturalidad con que la actriz ha tratado el tema a lo largo de sus más de cuatro décadas de carrera. Sin hacer bandera, pero sin eludir el tema.
«MUCHOS PERIODISTAS PIENSAN QUE, COMO LES GUSTAS, TE ESTÁN PROTEGIENDO CUANDO EVITAN HABLAR DE TU VIDA PRIVADA»
La cuestión volvería a asaltarle en 1975 desde la redacción de la revista Time. Querían dedicarle la portada si aceptaba salir oficialmente del armario y hablar sin tapujos en la entrevista de su condición de lesbiana, pero la actriz rechazó la idea. “No es que fuera el momento equivocado para salir del armario, es que era el propósito equivocado. Solo me querían en la portada por ser gay, pero yo no quería ser un póster para la comunidad LGTB en Estados Unidos. Yo quería ser conocida por mi trabajo, no por mi sexualidad”, nos explica. Aquel número terminaría llegando a los kioskos en 1997, pero en lugar de Tomlin, aparecía en la portada Ellen DeGeneres con un titular que rezaba “Sí, soy gay”. “Y estoy muy orgullosa de ella por aquello, la apoyé en todo y consiguió marcar la diferencia”. Una historia parecida se repetiría en mayo de 2014 cuando Laverne Cox, su compañera de reparto en Grandma, apareció como chica de portada e icono transgénero en la misma publicación. “Es momento de que la comunidad trans lidere la reivindicación”, dice.
Si alguien puede hablar del cambio de percepción del colectivo LGTB en el cine y la televisión estadounidenses, esa es Tomlin. Ya fuera participando en En el filo de la duda, una de las primeras películas sobre el VIH/sida, a través de su personaje de arqueóloga lesbiana en Té con Mussolini, prestando su voz al documental El celuloide oculto o, más recientemente, como coprotagonista –junto a su amiga Jane Fonda– de la serie Grace And Frankie, que ya puede verse en nuestro país a través de Netflix y cuya segunda temporada acaba de grabar. “La comunidad gay al completo ha sido extraordinaria en su lucha por la libertad. El cambio ha sido lento, pero en los últimos diez o quince años ha ido al galope. No creí que fuera a ver el matrimonio gay en Estados Unidos o, al menos, no tan rápido. Significa tanto para tanta gente… Es por eso por lo que Jane y yo nos casamos”.
¿Qué opina su religiosa familia de una película como Grandma? Pasa página
Hoy, a sus 76 años, Grandma podría colocarla de nuevo en la carrera hacia el Oscar, tal y como hace cuarenta le ocurrió con Nashville, su debut en el cine de la mano de Robert Altman. Sobre todo por el carácter airado y misántropo con el que interpreta a Elle, una prestigiosa poetisa jubilada que se recupera de la muerte de su esposa y que el director Paul Weitz escribió con Tomlin en mente como una pionera de la visibilidad gay en Hollywood. Grandma vendría a ser un acto de justicia poética. “Estoy de acuerdo con eso”, bromea. “No creo que haya tenido oportunidad de interpretar un papel así nunca. Trabajé con Paul Weitz en Proceso de admisión, donde interpretaba a la madre de Tina Fey, y poco después me llamó para hablarme de la idea de Grandma y presentarme el guion. Me encantó”.
«TENGO PARIENTES MUY RELIGIOSOS Y NINGUNO ME HA ESCRITO PARA CONTARME QUÉ LES PARECE GRANDMA. Y SÉ QUE ESTABAN ANSIOSOS POR VERLA»
Justo cuando acaba de romper con su última y joven novia (Judy Greer), Elle recibe una inesperada visita de su nieta (Julia Garner): necesita hacerse con 600 dólares antes de que termine el día para practicarse un aborto. Sin blanca, se lanzan a la carretera para reunir el dinero en un improvisado road trip en el que se habla de derechos LGTB, feminismo, aborto y problemas familiares. ¿Demasiado para una única película? “En absoluto, trata de tres generaciones y una familia, y cómo necesitan reparar sus relaciones como mujeres, madres e hijas que son. El tema del aborto es lo que más divide a la gente y no puede decirse que haya recibido una gran respuesta, pero sé que en el sur profundo como Alabama, Mississippi o Kentucky, de donde es mi familia, puede resultar polémico. Tengo parientes muy religiosos y ninguno de ellos me ha escrito para contarme qué les parece la película. Y sé que estaban ansiosos por verla [risas]. Es bastante raro, porque siempre les encanta todo lo que hago. En esta ocasión, se han guardado su opinión”.
LA PELÍCULA GRANDMA SE ESTRENA EL 20 DE NOVIEMBRE.