Adele: '25'

Están más que documentados los logros, pasados y recientes, de Adele, la mayor estrella pop del universo a día de hoy. La única capaz de lograr que millones de personas compren su música en unos tiempos en que cuesta convencer al público de que se gaste el dinero en discos. Así que la expectación era […]

Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

20 noviembre, 2015
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Adele: '25'

Están más que documentados los logros, pasados y recientes, de Adele, la mayor estrella pop del universo a día de hoy. La única capaz de lograr que millones de personas compren su música en unos tiempos en que cuesta convencer al público de que se gaste el dinero en discos. Así que la expectación era máxima por saber si 25 estaría a la altura de sus dos antecesores, 19 y 21.

Antes de nada, hay que destacar que Adele ha logrado crear un opus muy sólido y compacto con sus tres álbumes. Todo un logro para una artista de 27 años. 25 es un nuevo capítulo de esta trilogía, con parecidos encantos y desequilibrios de tono que los anteriores. Es decir, perfecto para encantar a todos quienes la siguen y admiran. Aunque ahora esté en un momento personal pleno, en lo musical apuesta por seguir dando prioridad al melodramatismo y la melancolía que tan bien le funcionan. Porque con Adele pasa como con artistas como Mary J. Blige, que cuando sufre y comparte momentos tortuosos es cuando más llega y más impresiona.

Adele: '25'

De Hello, que abre el álbum poco hay que decir a estas alturas. Un puente perfecto entre su último disco y este; una balada correcta cuya simplicidad, y el hecho de que resulte hasta cierto punto previsible, ha jugado mucho a su favor a la hora de convertirse en un clásico popular instantáneo. Send My Love (To Your New Lover), que ha compuesto junto a Max Martin y Shellback, rompe con su clasicismo habitual. Es un tema más ligero de lo habitual en Adele, primo hermano en cuanto a tono y mensaje de Irreplaceable de Beyoncé, un cambio de registro que se agradece. I Miss You es la primera de las colaboraciones con el habitual Paul Epworth –mucho menos presente en este álbum, en favor de otros grandes nombres–. Su voz suena en ella estratosférica, y no necesita más que de percusión como acompañamiento. Puede recordar a Rumor Has It, a la vez que suena como una canción perfecta para Mutya Keisha Siobhan –si es que siguen pretendiendo recuperar el espíritu de las primeras Sugababes–.

When We Were Young es el segundo clásico inmediato del disco. Producida por Ariel Rechstaid, destaca por su facilidad para apelar a nuestro ego nostálgico, deseoso de ser reconfortado –en momentos de bajón– por una voz tan poderosa como la suya. Quizá desde Like a Prayer de Madonna no hayas escuchado una fusión de pop melodramático y góspel tan vigorizante y lograda. Enseguida llega Remedy, coescrita con Ryan Tedder, una de las muchas baladas al piano que borda sin mayor esfuerzo. Water Under The Bridge tiene un leve toque funky que, de nuevo, contribuye a evitar que el tono general se vuelva monótono.

River Lea, producida por Danger Mouse, cuenta con una de esas letras que sí se nota que la compuso una mujer de unos 25 años, engrandecida de nuevo por una inyección gospeliana. Como ocurría con Anastacia en sus inicios, si no supiéramos quién es podríamos pensar que Adele es una gran dama de color y de edad mucho más avanzada. La ‘viejoven’ se luce de nuevo a lo grande. Y la buena noticia es que algunos de los mejores temas del disco están por llegar. Como Love in the Dark, la mejor balada del disco con diferencia, con una exquisita orquestación y un muy medido in crescendo, que resulta francamente emocionante. Ha nacido un nuevo estándar made in Adele –y no debemos olvidar que no resulta tan sencillo crear clásicos instantáneos, y menos a su ritmo, por mucho que ella haga que parezca muy fácil–.

En Millions Years Ago, producida por Greg Kurstin, se escuchan influencias de Burt Bacharach, sobre todo, pero de Everything but the Girl también. Es el corte de espíritu más setentero del disco, y destaca precisamente por el modo en que rompe con el tono grandilocuente que impera en 25. De All I Ask lo más llamativo es que figure como uno de sus autores Bruno Mars, y de Sweetest Devotion, el corte que lo cierra, que lo haya producido Paul Epworth, un nombre clave en la carrera de Adele, que aquí al menos ha tenido el privilegio de que una de sus producciones sea la que pone fin a un disco tan esperado. Y que ofrece lo que se espera de él. Incluso más, porque nunca la voz de Adele ha tenido un protagonismo tan extremo. Está claro que es lo que el mundo quiere escuchar.

 

Nota: ★★★

 


EL ÁLBUM 25 DE ADELE ESTÁ EDITADO POR XL/POPSTOCK!


 

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