Todo parecía bajo control en un partido de la seguda divisón andaluza hasta que Rubén Gómez, el hombre de la foto, entró en acción. Futbolista del Celtic de Pulianas, se encontraba como espectador viendo un partido de su equipo y, ante una decisión arbitral, decidió sacarse el pene e intentó agredir al asistente con él. Y eso que dicen que a esto se juega con los pies.
Una vez se le identificaba y trascendía la noticia, el Comité de Competición de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF) decidía “imponer sanción de suspensión de licencia federativa por un año y multa accesoria de 468 euros” tras “realizar un acto notorio y público que atentan a la dignidad y decoro deportivo de un árbitro asistente y público presente en el partido”.
Gómez, apartado del equipo desde el 15 de diciembre, se ha tenido que enfrentar a esta situación de “gravedad media” por la “repercusión y trascendencia social del acto y el carácter notorio y ostensible del hecho”. El club no se ha visto envuelto en ningún tipo de sanción más allá de la notoriedad mediática. Más vale no repetirlo.
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