20 horas al día. Esa era la jornada de trabajo de las víctimas de esta asquerosa red de tráfico sexual y esclavitud gay. Uno de los cabecillas, el húngaro Andras Vass, de 25 años de edad, ha sido condenado recientemente a 11 años de cárcel por crimen organizado.
El elemento, encargado de captar hombres en Europa del Este de 20 años de edad para trabajar en su empresa, les engañaba con promesas que iban desde los 3500 hasta los 5000 dólares de sueldo mensual con un trabajo de escolta. La realidad era que se les encerraba en un piso en Miami y se les forzaba a tener relaciones con personas a través de webcams en jornadas maratonianas.
Sin saber inglés y totalmente recluidos, estaban a merced de los delincuentes. Un “sé muy bien que soy culpable. Después de que cumpla mi condena me gustaría empezar una nueva vida limpia. Lo estoy pidiendo con la ayuda de Dios y rezo todos los días para lograr el perdón” pronunciado en el juicio suena a poco para una aberración de tal calibre.