Grecia está de enhorabuena, ya que por fin se han legalizado las uniones gays, aunque no el matrimonio. Este nuevo proyecto de ley aprobado por el Parlamento ha revolucionado el país. Por un lado se encuentran sus defensores, que consideran la medida tardía e insuficiente, y por otro lado los detractores, entre los que se encuentran la Iglesia ortodoxa, con gran influencia en el país, y miembros y aliados de Alexis Tsipras en el Gobierno.
La nueva ley hace que Grecia salga del pozo de la Unión Europea en cuanto a leyes LGTB e igualdad, pozo en el que aún se encuentran Italia, Polonia y Rumanía. El Gobierno de Syriza cumple así una de sus promesas electorales, que ha contado con el apoyo de los partidos más progresistas del país.
Aunque todavía perduran ideas y prácticas demasiado arcaicas debido al dominio de la Iglesia ortodoxa, esta ley supone un importante avance en la lucha LGTB, a pesar de que la nueva ley no permita la adopción, la adquisición de la nacionalidad por la pareja o la custodia de los hijos de esta. Esperamos que el siguiente paso sea aún más favorable.